miércoles, 31 de diciembre de 2008

¡Feliz entrada en 2009!

Un nuevo año llega. Nuevas sensaciones, nuevas amistades, nuevos cambios... Hay un montón de cosas que encontrarás en el próximo año. Y desde aquí esperamos que sean todo lo buenas posibles.

"Piensa en tí, en quién eres y en lo que necesitas para ser feliz", como siempre te decimos. Focaliza todas tus fuerzas en esas cosas tan importantes para tí y haz que este año que va a llegar en un ratito sea tu año. Si lo haces, poquito a poco, cada día irás acercándote más a lo que buscas y a tu felicidad.

Desde aquí, y de todo corazón, Feliz Año Nuevo.

Esperamos que disfrutes con los tuyos. Y recuerda que, pase lo que pase, aquí jamás estarás sola.

Un navideño beso,

-Él y Ella-

lunes, 29 de diciembre de 2008

Objetivos para el 2009

Hola, amigas.

Hace bien poquito coincidí con una lectora y amiga y estuvimos hablando sobre sus objetivos para el próximo año. Entre ellos, pensaría sobre sí misma y en aquello que necesitaba para ser feliz. Me alegró tanto ver cómo puso en pausa los problemas, las adversidades y la búsqueda de una pareja, para dedicarse a ella misma, que se me escapó una sonrisa y le dí las gracias por hacerlo.

Recolocar las ideas de uno mismo es algo tan importante para andar con paso firme y seguro por la vida amorosa que, de no hacerlo, es probable que acabemos por tropezar y caer en la frustración por no tener aquello que deseamos.

Siempre hemos mantenido desde el blog que la mujer necesita una serie de cosas; y son precisamente esos detalles en los que hay que pensar a diario, darles fuerza y consolidarlos como parte de vosotras mismas. Porque ¿acaso podrías vivir sin cariño? ¿Renunciarías a la pasión? ¿Y a las intensas miradas que de vez en cuando compartes con una pareja, símbolo inequívoco de una complicidad total? No; si estas cosas son importantes para tí, debes hacer lo mismo que con una planta: regarlas, abonarlas y darles toda tu luz, para que crezca sana, fuerte y sólida como persona.

Sé fuerte, sobre todo en estas fechas en las que es fácil sentirse sólo y caer en sentimientos negativos. Deja que lo que tienes dentro cobre la importancia que merece y afronta el año nuevo con ganas de mejorar y, sobre todo, de ser tú misma.

Un fuerte abrazo y Felices Fiestas.

-Él-

martes, 23 de diciembre de 2008

Un pasito más

Hola, amigas lectoras.

Hoy retomamos el blog para dar una buena noticia: la historia está acabada, a falta de pequeños retoques.

Ahora solamente falta cerrar las ilustraciones que la acompañarán y dar un formato al texto, hablar con el editor, etc. (que no es poco); pero ya hemos dado un pequeño gran paso hacia "la luz", y esperamos poder compartir con vosotras nuestro trabajo pronto, muy pronto.

Un cariñoso y cálido beso, y Feliz Navidad a todas.

-Él-

Las frías Navidades

Ah, la Navidad... Esa divertida época llena de niños felices, con blancos copos de nieve cayendo lentamente desde el cielo y las parejitas disfrutando de románticos paseos, bien achuchados.

"Me encanta disfrutar de esa carita que pones, tan dulce, feliz, como una niña pequeña, cuando ves la luces navideñas. Disfruto tanto besándote después de sonreirme..."

Es estupenda la sensación que produce la sorpresa de una mujer cuando paseas con ella, en invierno, por el centro de la ciudad. Será, quizá, por la magia especial de estas fechas. Pero la calle está llena de gente que reencuentra ese pequeño rinconcito de su corazón donde moran sentimientos especiales; unos sentimientos que el resto del año, por desgracia, parecen estar en estado latente, adormilados, en la inmensa mayoría de las personas.

¿Por qué no dejarlos salir durante todo el año?

-Él-

sábado, 13 de diciembre de 2008

En la duchita... (dedicado)

"Son muchas cosas las que tengo en la cabeza cuando pienso en tí y en mí, en esos momentos donde dejamos libres nuestros cuerpos y se funden, formando uno sólo.

Uno de esos momentos, de los que más me gustan, tiene lugar en la ducha. En el cuarto de baño, el espacio más pequeño de la casa, donde uno se ve obligado a pegarse al otro para moverse, donde se da pie con esos roces a iniciar acercamientos más... "Intensos", digamos.

Es en la ducha donde más calor paso cuando estoy contigo; porque allí te tengo para mí, te veo desnuda y tan cerca... Veo cómo mojas tu pelo, cómo cierras los ojos y dejas que el agua, caliente, recorra tu cuerpo. Es el agua precisamente quien me provoca celos, porque es ella quien se desliza rozando tu piel, bajando por tus pechos y luego por ese abdomen que tanto me gusta besar, imaginando que un día albergará el mayor fruto que el amor puede crear. Es el agua quien toca zonas tan íntimas, tuyas, que me recuerda cuando estamos tú y yo, besándonos, y te acaricio igual, por todas partes, con la misma delicadeza que ella; esas caricias, además, son las que hacen sonrojar tus mejillas, tan suaves, dándote ese toque que, combinado con tu mirada, me vuelve loco.

Pero lo más maravilloso de esas duchas es que, cuando te observo, siempre se me escapa la misma sonrisa mientras me acerco a tí, para abrazarte y besarte, mientras el agua recorre nuestros cuerpos como si fuera uno sólo."

Dedicado a TD.

-Él-

martes, 9 de diciembre de 2008

¡Pues claro que sí!

"No quiero estar sola. ¿Y si nunca encuentro a alguien que me ame?

Necesito cariño, amor... Que me demuestren que me aman, y que lo hagan todos los días.

No, no puedo seguir así, pero tengo miedo a no tener a nadie, nunca.

No lo sé, no sé qué hacer, cómo obrar ni tengo valor ni fuerzas para ello."

Hay algo que debes tener claro: que siempre puedes encontrar a una persona mejor. Lo único que tienes que hacer es creer en tí misma y sentarte. Sentarte para pensar en dos cosas: quién eres, qué hay en tu interior; y la otra, qué deseas, cuáles son esas cosas que necesitas de alguien con quien vas a compartir tu vida.

Estas dos cosas son igualmente importantes y definen tu persona, tus necesidades. No son nada que suponga egoismo, puesto que forman parte de tí.
¿Podrías renunciar a respirar? ¿Serías capaz de pasar una vida sin necesitar un beso? No. Y del mismo modo, no debes renunciar a aquello en lo que crees, a esos detalles que dan forma a tu personalidad y a tu corazón.

Esas dos cosas son las que tienes que fortalecer para crear ese filtro, ese pequeño muro, que aportará objetividad a tus ojos y sentidos, haciendo que no pierdas tu tiempo y cariño en gente que no te aporte lo que necesitas, sea lo que sea -eso lo defines tú-.

Sigue adelante y piensa quién eres y qué necesitas para ser feliz. Ahí reside la fórmula para encontrar a quien sea más apropiado para tí, y te haga finalmente feliz. Porque lo mereces; mereces ser feliz.

-Él-

¿No te das cuenta? (parte 1)

[...]

Ella era una chica alta, guapa... Tenía una figura de escándalo, con un cuerpo y unas curvas que hacían subir la temperatura y una cara tan dulce que sólo mirándola podías caer inconsciente, enamorado.

Llevaba tan sólo unos meses compartiendo oficina conmigo, y aún entonces seguía sintiendo lo mismo cuando la miraba que el primer día que entró.

La miraba, disfrutaba de ella cada vez que la tenía cerca. Sus rizos, dorados, caían de una forma armoniosa sobre su hermoso rostro, haciéndome imaginar cómo sería rozar mis labios con su delicado cutis. Suspiraba, como siempre, cuando ella se percataba de mi presencia, me miraba y sonreía.

-Él-

lunes, 8 de diciembre de 2008

Ya, ya lo sé... (dedicado)

"Ya, ya lo sé. Sé que era evidente que aquello no podía durar. Sé que había señales que me decían que cambiara aquella situación. Lo sé. Soy consciente de que aguanté por esperanza, por dejarlo pasar pero, sobre todo, por no verme sola.

Odio estar sola.

Veía cómo los días pasaban y aquello, que ya no era simple monotonía -ojalá lo hubiera sido-, envenenaba mi mi existencia. No paraba de buscar excusas para evitar ir a casa; no quería volver ahí, al epicentro de mi malestar, donde nuestra dolorosa relación me hacía sentir la gangrena en mis sentimientos.
Estaba tan triste, tan sola, que cualquier pequeño detalle como una sonrisa, un chiste malo o que me hicieran reir era todo un mundo, y gracias a él sorteaba unos segundos de dolor.
Tenía que poner fin a aquello, pero me costaba mucho: había tanto en juego... Por una parte estaban las familias -¿qué dirían mis padres?-, los amigos comunes, la casa... Teníamos toda una vida planificada y sentía cómo se desmoronaba minuto a minuto.

Ya no podía más.

Aquel día llegó el momento: estaba realmente cansada, harta, y además buscaba cualquier mínima excusa para decírselo, tras años así. Y llegó, el esperado momento, llegó. Saqué fuerzas del más remoto rincón de mi corazón y dí el paso, dejándole las cosas claras y liberando, por fin, mi alma.
Los miedos y temores estaban más cerca que nunca pero estaba segura que, tras demostrarme a mí misma que aún guardaba fuerzas, podría superarlo. Y que la soledad acabaría por desaparecer."

Dedicado a Susana A.

-Él-

martes, 2 de diciembre de 2008

Faldita negra (dedicado).

[...]

Esa faldita... Esa faldita me encantaba. Cada vez que se la ponía despertaba en mí los instintos más sexuales que un hombre podía sentir.
Mi imaginación volaba a toda velocidad, intentando imaginar qué le haría y cómo. Ella era el erotismo absoluto, la tentación mezclada con la carne, y siempre conseguía despertar mi llama interior. Entonces, lo único que me ataba a la humanidad eran unas irremediables ganas de hacerla sentir todo el placer que pudiera, de devolverle esa picardía, esos gestos que ella me regalaba en aquel momento.
Deseaba con todas mis ganas acercarme y, siguiendo levemente agachada, levantarle lentamente la faldita desde atrás. Entonces, sabiendo que llevaría esa ropa interior negra que tanto me gustaba quitar, mis manos se acercarían por los laterales de sus piernas, acariciando su suave y apetitosa piel, y comenzarían a bajarlas lentamente.
Ella, receptiva, encorvaría la espalda hacia abajo, marcando la forma de su culito. Y yo, que sufriría las consecuencias de llevar una ropa interior ajustada -demasiado ajustada-, respiraría hondo y trataría de mantener libre mi mente, por el momento.
Al bajarlas completamente ella separaría las piernas levemente; entonces yo, tras desnudarme entre respiraciones entrecortadas, apoyaría mi torso sobre su espalda y la acariciaría una y otra vez, incansablemente. Así permaneceríamos unos deliciosos segundos, mientras ella notaría mi creciente excitación.
Me separaría e, incorporándola mientras la abrazaba y desnudaba por la espalda, besaría sus carnosos labios.
Le dejaría puesta la faldita, aquel objeto fetiche que tanto me gustaba "usar", y volvería a ponerla en la misma postura de antes, un poquito agachada.
En ese momento mi cuerpo estaría pidiendo a gritos una cosa: a ella. Quería poseerla allí, besarla sin parar y hacerlo. Hacerlo con una pasión inigualable. Solamente tenía que hacer una cosa...

[...]

Dedicado a Karäh.

-Él-

martes, 25 de noviembre de 2008

"Gula"

Nota 2.- Velas y neones.

Me encantaba aquel ambiente. El interior de la sala estaba decorado en tonos oscuros, con decenas de luces rojizas de pared, iluminando levemente en unos sugerentes rojizos las paredes principales, e insinuando la localización de los reservados, mucho menos "llamativos".

La música estaba alta, como era costumbre en estos concurridos lugares donde a aquellos que no podíamos dormir durante la noche nos gustaba acudir.

El ambiente, mezcla de aquellos sonidos repetitivos y de ritmos marcados, junto con los tonos rojizos de las luces y los cuerpos exhibiéndose lujuriosamente, me excitaba. Siempre que pasaba las grandes cortinas que separaban el pasillo de entrada de la sala principal me paraba y observaba. Me erguía y miraba con una mirada de cazadora y media sonrisa mientras con la lengua saboreaba mis propios labios.
Él era más serio, más directo; no solía ser tan expresivo cuando estudiaba el ambiente. Y eso me encantaba. Tenía una mirada fija, decidida, contundente y muy, muy sexy. Con su larga melena oscura y sus anchas espaldas, con la mirada fija, estaba increiblemente sensual. Me ponía mirarle así, sin que él me viera, de reojo, justo antes de girarse, como siempre, y decirme:

- Querida, ¿ya has decidido?

Tenía esa deliciosa mezcla de hombre decidido y caballeroso que hacía que cualquier mujer cayera al instante en sus brazos -cosa que también me gustaba mirar-.

Entonces, cogiéndome la mano de una forma sólo habitual hacía décadas, me dirigía hacia nuestro reservado: el rincón privado más separado de los demás, al final de la gran sala.

Con paso tranquilo pero decidido atravesábamos la marabunta de gente sin molestarnos en ser molestados por los movimientos de los demás, que eran manipulados sin problema alguno -una gran ventaja de nuestra condición, sin duda-, hasta llegar frente a las aterciopeladas cortinas color vino.

Retirando una de las cortinas me cedía el paso, como siempre, mientras miraba a nuestro alrededor -siempre estaba alerta, en todos los sentidos e independientemente del lugar donde estuviéramos-. En ese momento, justo antes entrar, me gustaba volver a mirarle a la cara; era esa mirada de cazador la que me enamoró y que, aún hoy, tanto tiempo después, me seguía enamorando.

Él entró después y, al soltar la cortina, la ya familiar decoración cobró importancia: había una pequeña mesa circular con algunas velas, dos copas con vino bajo dos servilletas negras con el logotipo de la discoteca, y un pequeño recipiente de cristal rojo; rodeando a la mesa había un gran sofá en forma de "u" de tapizado a juego con el color de las luces exteriores que ocupaba las tres paredes del reservado. Y sobre éste y en el suelo, sujetos por pequeños recipientes y estrategicamente colocadas, más velas que iluminaban la esancia; por último, un par de altos candelabros que sostenían velas rojas que acababan de ser prendidas por el encargado del local. El lugar estaba preparado como siempre, y con una puntualidad exquisita. El escenario perfecto para lo que allí iba a suceder.

domingo, 23 de noviembre de 2008

"Gula"

Nota 1.- Oscura noche.

Era una noche cerrada. Una de esas noches en las que sólo la luz de una luna llena alumbra una oscura y adormilada ciudad.

Caminábamos por las vacías calles de las afueras, en busca de un lugar donde poder divertirnos. Él y yo, juntos. Pero esta vez teníamos un pequeño capricho: compartir la noche con algún alma solitaria que buscara experiencias diferentes, en grupo, con una pareja dispuesta a todo con tal de pasarlo bien.

Estábamos llegando al lugar en cuestión cuando, cruzando una pequeña plaza peatonal, un famélico perro salió a nuestro encuentro, gruñendo. Paramos en seco, mirándole. Por un momento el perro levantó las orejas, dejó de jadear y gruñir y empezó a retirarse, sin dejar de mirarnos fijamente a los dos. Se quejaba, como dolido, o quizá receloso, por algo. Dio la vuelta y salió corriendo, desapareciendo calle abajo. Volvimos a emprender la marcha y pronto llegamos a una gran puerta metálica, flanqueada por dos enormes gorilas que rozarían los dos metros de altura. Ambos vestían trajes negros, con camisa blanca y corbara negra, perfectamente situada en sus anchos cuellos. Pese a ser de noche vestían gafas de sol y unos discretos micrófonos que marcaban sus mejillas. Al acercarnos giraron levemente sus cabezas y siguieron nuestros pasos hasta que estuvimos frente a ellos. Eran enormes. Incluso junto a "él", que era fuerte y de anchas espaldas, los gorilas parecían dos enormes torres.

- ¿Qué desean los señores? -dijo el más alto-.
- Entrar -dije yo, con la voz suave-.
- Me temo que debo pedirles la invitación; hoy hay una fiesta privada en el interior del local -dijo de nuevo-.
- No tenemos entrada; ni la necesitamos. Apartaos -dije-.

Mirándoles fijamente noté cómo se movían y abrían las puertas, dejándonos entrar sin causar problemas. Así... Así me gusta que responda este tipo de basura; sin rechistar. No hubieran podido hacer nada, aunque hubieran querido, porque yo les controlaba. La midada de una fémina como yo era irresistible, y eso era algo que me encantaba poner en práctica con cualquier estúpido insensato y engreído que osara pensar en mí como un trofeo. No, conmigo no era posible jugar, a no ser que yo misma quisiera. Sólo le rendía cuentas a "él", como "él" me las rendía a mí. Ambos, pese a nuestra peculiar naturaleza, sentíamos la misma unión que el resto de los mortales. Una unión que gozábamos cada instante, cada noche que compartíamos dando rienda suelta a nuestras más oscuras fantasías. Y hoy, esta noche, sería una de las más intensas.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Una presentación simpática.

Hoy os traemos un trocito más de la historia. Aunque alguna vez lo he comentado por encima, lo vuelvo a poner. Me gusta cómo el chico, que se presenta un poquito torpón al principio, extrae una sonrisa de la chica nada más verla. Estas cosas que, cuando las haces -sobre todo sin darte cuenta-, son muy bonitas.

[...]

"Noté cómo la gente se levantaba a mí alrededor… Debía ser ya la hora del café. Pero no. Pronto noté una mano sobre mi hombro que requería de mi atención: era el jefe. Mientras quitaba los auriculares, y aún sin enterarme de lo que me decía por el alto volumen de la música, se apartó para dejar a la vista a la nueva incorporación. ¡Y menuda incorporación! Los ojos se me abrieron como platos al verla: una chica rubia, preciosa, escandalosamente guapa y… Bueno, la verdad es que no había visto algo así más que en las películas o, como mucho, sobre la plataforma de alguna discoteca, bailando al ritmo de la estruendosa música típica de las juergas nocturnas ibicencas.

Me levanté de golpe, como llamado por mi testosterona, lo que provocó que los auriculares se me cayeran al instante, dando un fuerte tirón a mis orejas. ¡Menuda sensación de ridículo tan espantosa! Mi cara debía parecer un cromo, porque la chica empezó a reír. Aquel dulce sonido se me antojó un tanto pícaro, como si lo hiciera en parte aposta."

[...]

-Él-

Aún así, te inspiras...

No eres escritor. Pero, ¿acaso se necesita un título para expresar lo que uno siente? No, no lo creo.
No eres poeta. Aunque intentas plasmar todo lo que piensas de una forma lo más armoniosa posible -aunque con cierto temor a que alguien lo lea-, acorde con la melodía que dictan los latidos de tu corazón.
No eres artista, pero lo que realmente te importa cuando lo intentas es plasmar un trocito de tí.
No eres famoso, y apenas te conoce gente. Y aún así no dudarías en gritar lo que sientes para que todo el mundo te escuchara.

No eres muchas cosas.Aunque hay algo que sí eres: eres tú mismo, y eso nadie te lo puede quitar. Haz lo que tu corazón, tu mente y tu alma te pidan; expresa todo eso que acumulas en tu interior de la mejor posible, pero sin renunciar a tu identidad, a esa pequeña "marquita" que te identifica y que impregna todo lo que haces, convirtiéndolo en algo único. Sé único. Sé tú mismo.

-Él-

miércoles, 29 de octubre de 2008

El beso







Y he aquí, lo que prometimos hace tiempo: el boceto del primer beso que se dan los dos protagonistas de la historia.



Mírales. ¿Ves cómo él sujeta y acaricia delicadamente su mejilla mientras la besa? Ella se entrega totalmente a él, y la zona levemente sonrojada de sus mejillas, junto con la inclinación de su cuello y la relajada forma de sus ojos son los mejores rasgos que lo demuestran. Su pelo cae de forma perfecta, con ese mechoncito rebelde que escapa y embellece el contorno de la cara.



Él muestra decisión, delicadeza, suavidad... Sus ojos están cerrados, como los de ella, dejando claro que ambos están centrados en sentir los labios del otro. Captada magistralmente por "Ella", nos regala el instante justo antes de que contacten sus labios y fluya una energía sexual que me cuesta describir con palabras.



Cada vez que veo esta ilustración me quedo sin palabras. Porque es... Especial. Y cuando la vives así, y te das cuenta de estos pequeños detalles, te das cuenta de que estás bajo el influjo del más profundo, puro y maravilloso amor.






Y a tí, ¿qué te parece?






-Él-

sábado, 25 de octubre de 2008

Y la chica invisible dejó de serlo

[...]
Y así aquella chica pudo al fin pensar sobre sí misma e interpretar qué tenía que hacer.
Ella necesitaba que la amaran, que la trataran como a una mujer, recibiendo cariño, disfrutando de todo momento y encontrando esa complicidad que tanto ansiaba. Eso necesitaba y eso sabía que debía buscar, y no conformarse con menos.
Ella, la chica invisible, por fín dejó de serlo y empezó a sonreir de nuevo; y su sonrisa, que no era más que una expresión exterior de su superación interior, le devolvió la esperanza.
Querida amiga "invisible", ese es el camino, y tú lo has encontrado al fin.

Dedicado a Cris (Andrea).

-Él-

domingo, 19 de octubre de 2008

Y así, el chico era feliz... (dedicado)

[...]
Entonces olvidó su soledad. Porque estaba con ella, la tenía a su lado; y eso era lo único que le bastaba para ser feliz, para tenerlo todo, para olvidarse de cualquier cosa. Sólo ella; necesitaba sólo que estuviera a su lado, para ser feliz. Y todas las brumas y nieblas se despejaban, como siempre que se volvían a juntar.
Sí, así, él era feliz...
[...]

Dedicado a "TD".

-Él-

sábado, 18 de octubre de 2008

Fin de semana frío

La noche se cierra sobre el nublado cielo y aquí, con las catedrales como maravillosa vista a través de la ventana, noto el frío del otoño.
Ah, el otoño... Qué época tan bonita, ¿verdad? Para los románticos, para quienes disfrutamos no sólo del calor, el buen tiempo y la playa, esta época supone un deleite para los sentidos: la hojarasca, con un tono castaño, llena el suelo de parques y calles, pinta los tristes grises del asfalto y regala espacios más abiertos entre las copas de los árboles para mirar al cielo.
Nada como un paseo con este escenario rodeándonos.
Qué bonito regalo para todos, ¿verdad?

-Él-

miércoles, 15 de octubre de 2008

Agua y arena

Hoy nos manda un pequeño texto nuestra amiga Sarody, a la que agradecemos la colaboración. El significado es especial, como el momento en que lo escribió:

"XVII
Agua y Arena

Hoy he intentado escribirte un texto. Ya sabes, uno de estos susurros que con tanta facilidad puedo componer. Sin embargo, ahora me falla todo, las palabras me abandonan, las ideas se acumulan empujándose y volviéndome loca.

¿Qué puedo hacer?, ¿hablar de ti?. Diré que eres alguien que roza con cuidado el centro del universo. Que las estrellas te hacen un huequecito en sus vidas porque tú las impulsas para que sigan en movimiento. Diré que sin ti todo es más oscuro, que en tu ser es donde empiezan las sonrisas y que arrastras contigo la fuerza de la vida.

Quizá podría escribir acerca de emociones. Tiempo atrás ni siquiera eras más parte de mis días que los fantasmas que continuamente me despreciaban, y sin embargo yo te apreciaba de forma distinta. Cuando te marchaste, te eché de menos de una manera que nadie podía comprender... Ni siquiera yo me conozco. ¿Sentiste algo parecido?. El viento me dice que sí.

Me describo entonces a mí. O quizá a mi corazón helado, que me congela sin ninguna piedad ya que teme extinguirse por las llamas que lleva en su interior. Pero sé que tú puedes ver bien tras este gélido velo. Sé que te duele ver la desolación que reflejan estas ruinas que me componen. Es el precio que se paga por sentir cuando sólo hay que mirar al frente y navegar para más tarde huir en la dirección opuesta.

¿Crees que no soy consciente de tus regalos?. Gracias a ellos sonrío a todas horas cuando sólo quiero llorar. Coser las heridas duele aunque más tarde cicatricen para siempre. Mi piel es suave y lisa sin marcas ni señales. También lo son mis sonrisas y mis palabras... ¿Pero qué me dices del espíritu? Sentir contigo es fácil, pero las rocas eran hierba que decidió protegerse de caricias mentirosas.

Una vez te dije que no nos conocíamos... ¿Lo recuerdas?. Ahora eso es mentira. Tú sabes que rozo la lluvia con los dedos y yo sé que sonríes al ver el color de las emociones.

Ola que acaricia y relaja, todo esto es tan difícil... A veces quisiera ser un reflejo que me grite a mí misma el odio que siento hacia mis propios gestos. Porque si te acercas excesivamente, el miedo me hace caminar hacia atrás y si te alejas me duele demasiado el alma.

Una vez te dije que no nos conocíamos y ahora te pido que me conozcas y me ayudes sin recelo. Pase lo que pase, coge mis manos para calmarme porque sabes entrar sin hacer ruido y curar con suavidad una herida tras otra.

Ayúdame a acabar con el dolor y con el miedo.

Hoy he intentado escribirte un texto, pero incluso en papel mis palabras están vacías y son torpes para expresar todo cuanto siento.

Sarody."

Gracias por dejarnos este pequeño pedacito de tí tan especial.

-Él-

Pregunta para todas...

Hace poquito, una de las lectoras y amigas lanzaba esta pregunta para vosotras:

"Pregunta para todas:pq?, esa el la pregunta que hago cada vez q me levanto. Pq cuando encuentras a alguien que podria hacerte feliz no te enamoras???, q pasa q el q te gusta te tiene q hacer daño y el q no te gusta enamorarse de ti hasta los ojos???"

El amor no atiende a reglas. El amor, a mi parecer, es algo que nace de una fuerte, muy fuerte amistad, total confianza, una pizquita de deseo y pasión, comodidad con la otra persona, respeto mutuo... En fin, son tantas las variables que influyen en el amor, que sería imposible escribirlas todas. Hay, además, un "algo" inexplicable que hace precisamente imprevisible el comportamiento del amor.

Cuando una mujer se enamora de alguien que le puede hacer daño -algo bastante habitual, por desgracia-, doliéndole el tener que dejar de lado a quien sabe a ciencia cierta que podría hacerla feliz, sufre. Y se trata de un sufrimiento doblemente dañino ya que se entremezcla con la impotencia de saber qué quiere una y no poder cambiarlo.

En este caso las palabras sobran -todos comprendemos cuál es la sensación de nuestra amiga. La voluntariedad de enamorarse, lamentablemente, no existe; y si uno trata de maquillarlo, al final queda en una conformidad que, al cabo del tiempo, destapa la sensación de vacío que sólo el verdadero amor puede llenar.

Querida amiga, aunque lo que me pide el cuerpo es abrazarte y escucharte para ayudarte a pasar esos malos momentos, lo único que puedo decirte hasta que vuelvas es que no pierdas jamás la fé en el amor. Y que aquí tienes a un amigo siempre dispuesto para tí. Siempre que necesites un rinconcito especial, lo encontrarás aquí.

-Él-

lunes, 13 de octubre de 2008

10 frases fugaces en la cabeza de un hombre.

Te echo de menos; te necesito; pienso en tí; eres una constante en mi cabeza; no te puedo quitar de mi mente; eres la luz que quiero que ilumine mi oscuridad; no puedo vivir sin pensar en tí; no quiero pensar sin vivir contigo; deseo levantarme todos los días de mi vida y tenerte a mi lado, esperando a ver cómo despiertas y me dedicas la primera sonrisa del día.

-Él-

domingo, 12 de octubre de 2008

Rubia de ojos claros.

[...]
Y allí estaba ella: su pelo rubio, de media melena con mechas, dejaba ver el esbelto cuello que involuntariamente lucía delante de todos los hombres, que la miraban por la calle; los ojos, claros, mostraban una profundidad atípica que esclarecía un interior plagado de sentimientos aún por descubrir; la sonrisa, divina sonrisa, que regalaba a todo aquel que quisiera dedicarle unas palabras bonitas o, mejor aún, hacerla reir; reir, y olvidar todas las penas acumuladas tras infructuosas búsquedas del calor que sólo un corazón tan cálido como el suyo podría darle. ¿Cómo es posible? Era tan difícil de creer que ella, que gozaba del favor divino de unos bonitos ojos, no encontrara alguien que supiera escucharla, que disfrutara haciéndola reir, y que pudiera vivir de tan sólo un beso suyo, que no era de extrañar la presencia de una pequeña capa protectora que ella misma vestía para evitar más daño. No, no puede ser; debe ser posible que, en algún lugar, encuentre lo que necesita que, al fin y al cabo, no es tan complicado. Porque ella sólo busca que la amen.

Dedicado a Sandra.

-Él-

Un descenso vertiginoso... (dedicado)

[...]
Y la mano bajaba lentamente por el abdómen, encontrándose con mi piel y transmitiéndome un calor delicioso que despertaba mi instinto sexual.
Él, abrazándome por la espalda, respiraba hondo; sin soltarme con su fuerte brazo se encargaba de llevar a cabo una aproximación a aquella zona que quería que conquistara.
Descendía por la zona púbica. Yo, para mostrarle mi consentimiento, separé las piernas un poquito. En aquella postura -que tanto me excitaba- él podría hacer conmigo lo que quisiera, con esa masculina mano que estaba segura que sabría manejar. Sí, ansiaba que me tocara; lo deseaba, y para demostrárselo abracé su nuca con mis manos y busqué sus labios con los míos, para besarle como si fuera a cometer el pecado más oscuro y lujurioso del mundo. Y así lo hice, esperando a que el mensaje fuera captado y su mano alcanzara el objetivo. Pero justo cuando rozaba la zona sus dedos se separaron y lo rodearon por ambos laterales, descendiendo unos centímetros. Yo, excitada, cogí su mano y la guié allá hacia donde quería que me acariciara. Pero su fuerza era imposible de vencer en aquellas circunstancias. Estaba claro que en aquel momento él "mandaba" y quería llevarme al límite. Pero no aguantaba más, así que empecé a tocarle, y a tocarme a mí misma, mientras una de sus manos agarraba con decisión el interior de mi muslo y la otra se entretenía caprichosamente con mis pechos...
[...]

Dedicado a Andrea y Cristina.

-Él-

miércoles, 8 de octubre de 2008

Sobre "Ella"

Sois muchas las que habéis preguntado por "Ella", por qué hace tiempo que no escribe, y dónde está.
"Ella" está muy cerca, pero decidió tomarse un largo y merecido descanso. El día a día se hace muy duro y en ocasiones es necesario tomarse una temporada para reflexionar, descansar y dedicarse a uno mismo. "Ella"trabaja muy duro; además de ser una de las profesionales con más talento para la ilustración que conozco, la cantidad de trabajo que tiene no siempre le deja tiempo para sí misma. Por eso estará un tiempo sin escribir en el blog, aunque lo seguirá, como hace siempre, de cerca.
Ha preferido centrarse en la historia y crear las maravillosas ilustraciones que comenzó a hacer.
Así que, desde aquí, un fuerte beso para "Ella".

-Él-

...Y volvemos

Hola de nuevo, amiga lectora.
Prometimos volver y, como habéis comprobado, lo hemos hecho con las pilas puestas y un montón de nuevas sensaciones intensas, más intensas que nunca, que compartir con vosotras.
Hemos querido incluir nuevas experiencias, nuevos relatos cortos dedicados y nuevos pensamientos. Esta vez dejamos paso a la naturalidad de las relaciones para que se unan a los más espirituales sentimientos y creen un "algo" especial. Un "algo" que nos llena, que nos gusta, y que quienes hemos tenido la gran suerte de probar no dudamos en repetir. Porque ese "algo" te llena, y cuando lo tienes, luchas con todas tus fuerzas por mantenerlo y mejorarlo. Ese algo junta muchas cosas: cariño, amor, complicidad, pasión, fogosidad, respeto, intimidad, y un larguísimo etcétera. Pues bien, querida lectora, dejemos paso a nuevas y excitantes sensaciones intensas.
¿Qué te parece?

-Él-

Un primer gemidito

"Eso me encanta. Cuando estamos haciendo el amor, acostados, desnudos... Compartiendo todo, tocándonos... Cuando nos abrazamos y notamos las formas del cuerpo del otro sin nada de por medio. Ese delicioso momento en que la línea que separa el amor de la más pura lujuria se difumina... Ese instante en que todo cambia y mezcla nuestros cuerpos... Justo ahí, cuando emite el primer gemido, cuando expulsa el aire descontrolado y ese súbito "aaaahh" se une con el "mmm" y el "oooh". Eso... Ese gemidito me hace enloquecer".

-Él-

La chica invisible (dedicado)

Ella era morena, de profundos ojos oscuros y una sonrisa que siempre, siempre, intentaba mantener pese a cualquier adversidad. Ella era alegre, muy alegre. Era feliz... O al menos quería serlo.

"No. No voy a contarlo todo. Soy demasiado tímida como para ir diciéndole a todo el mundo cómo soy."

Pese a que en el fondo tenía claro qué necesitaba, en muchas ocasiones se dejaba llevar por lo que todo el mundo opinaba. Cuando el potencial que tenía en su interior era suficiente para mover cualquier obstáculo y quitarlo de su camino, ella insistía en refugiarse dentro de sí misma.

"Él. Él me gusta. Es alto, rubio, de larga melena. Él me gusta, me mira de forma especial. Hace que símplemente con una sonrisa, con una mirada, con un gesto hacia mí, me sienta especial."

Ella buscaba siempre en los mismos lugares, en los mismos bares, para dejar sus esporádicos encuentros con él al margen de las manos del azar. Ella removía mares, movía montañas y tiraba de sus amigos para acabar siempre en el mismo sitio a la misma hora. Se colocaba siempre en la misma posición, mirando a la puerta de reojo y buscándole. Cada vez que la puerta se abría, ella instintivamente entreabría la boca, se ponía de puntillas y miraba.

"¿Será él? No, no es. Tampoco ahora. No puedo esperar más... ¡Necesito verle! Verle, aunque para él yo sea prácticamente invisible. Verle, aunque él no me vea. Pero necesito que... ¡Le necesito!. Sólo tenerle ahí cerca es para mí un mundo, y en él he decidido vivir, digan lo que digan los demás".

No, no se daba cuenta de que sus ilusiones hermosas, brillantes y cálidas estaban construídas sobre aire.

"Mírale, ha llegado. Ahí está, hablando con sus amigos. Me dijo aquella vez... Aquel gesto... No puede significar otra cosa más que... Sí, algo tiene que sentir. ¡Me lo dijo! Aunque luego alegara que no podía ser... No... No sé qué hacer. ¿Por qué él es así y no dice nada claro? No sé qué hacer, pero sí sé lo que quiero."

Él era el típico chico llamativo, con su melena rubia, su sonrisa y su peculiar forma de llamar la atención de ella. A él le gustaba ella, pero no como ella quería. A él le gustaba tenerla cerca, pero no del mismo modo que ella deseaba. Él quería tenerla "ahí", pendiente de él, alimentándose de su deseo, haciéndole sentir más y más grande, más importante y más deseado. Él vivía de esa ilusión que pone una mujer en un hombre; que coloca su corazón en la mano y se lo entrega a él. Y aunque él lo tirara al más sucio cubo de basura, a ella le parecería bien.

"Ojalá... Ojalá llegue ese día. El día en que me diga que me quiere, que me desea, que me necesita tanto como le necesito yo a él."

Él sólo quería jugar. Jugar con ella, con sus sentimientos, con su deseo. Quería jugar con su mirada y sentirse mejor. Necesitaba que le miraran, llamar la atención de ella... Y de todas las posibles chicas que, como ella, se fijaran en él y no pudieran verle sin máscara. Él quería jugar, y lo hacía, con toda ella. Él lo hacía, y despreciaba aquel valioso, valiosísimo regalo que ella llevaba tiempo ofreciéndole: su corazón.

Dedicado a Cristina (Andrea).

-Él-

jueves, 2 de octubre de 2008

Esos ojos.

Esos ojos, la mirada... Lo que escondía aquella chica, aparentemente tapado por una máscara que no correspondía con su verdadero ser, aún estaba por descubrir.
En un momento, en un cruce de miradas quedé paralizado. De repente la música paró, las voces se apagaron y desapareció todo el mundo. En un segundo sentí la necesidad de entrar a través de aquellos ojos y leer, leer en su interior. Ella, aquella chica que conocía más bien poco, guardaba mucha tristeza y soledad.
¿Cómo es posible?, pensé. Pero la respuesta la imaginaba: conformismo, sumisión, monotonía, miedo a la soledad... Un conjunto de cosas que repiten un patron tan habitual en el corazón de una mujer, que ya casi te resulta familiar. Tristemente familiar.
Aquella chica guardaba muchas cosas buenas en su interior. ¿Sería consciente de las muchas cosas buenas que tenía? No era tan difícil hacerla sentir bien; no era complicado decírselo. Sólo sonreírla, acercarse y decirle "tienes algo, en tu interior, que debes explotar, ¿sabes? Sé como tú eres, siente lo que sientes y pide aquello que tu corazón necesitas. Y no te conformes con menos.

-Él-

Desde la historia del perrito.

Hola de nuevo.
Estos días de reorganización de ideas, nuevos proyectos y todo tipo de deseos están sacando cosas muy interesantes. Y del mismo modo estamos recibiendo vuestros comentarios -algunos en el blog, otros por correo y unos poquitos en persona- sobre el pequeño nuevo giro e inclusión de temas más "calientes", como el final de la historia de "La chica de los perros".
Al principio éramos escépticos sobre cómo podría encajar dentro del blog pero, en ese momento, pensamos... ¿Es que la mujer, además de cariño, de atender a los detalles y amor, no necesita también disfrutar? Sí, queridas amigas; la mujer necesita disfrutar, porque la mujer necesita todo. No valen sólo las caricias, ni sólo el sexo. La sensación más increíble es dar y recibir todo, porque ese todo hace que entregues tu ser completamente a una persona y, si te corresponde, recibes algo increíble. No, no hablamos de amor, ni de sexo; no hablamos de caricias, ni de lujuria. Es, como decía, un "todo" indescriptible. Difícil de conseguir, sí. Pero, ¿no merece la pena buscarlo? No te conformes con menos, querida amiga. ¿No estás de acuerdo conmigo?

-Él-

jueves, 18 de septiembre de 2008

Una amiga mía

Una amiga mía sonríe, pero está triste.
Una amiga mía ríe, pero por dentro llora.
Una amiga mía quiere, pero no puede, porque no le dejan.
Una amiga mía busca cariño, amor, pasión, delicadeza, calor... Busca todo tipo de sensaciones pero no obtiene nada, porque nada encuentra y nadie le da lo que quiere, lo que necesita.
Esa amiga mía mira con unos ojos tristes, con un alma a la que le falta algo. Ella se agobia, se siente sola, triste, y piensa que nunca va a encontrar aquello que tanto ansía.
Pero mi amiga se equivoca. Ella merece mucho, lo merece todo, pero las ganas de dar también todo ciegan sus ojos y no ve... No ve que ese no es su camino.
Ella debe seguir a su corazón, pero éste necesita de su cabeza para guiarle y no caer en esa oscuridad en la que ahora anda.
Yo, amiga mía, quiero sacarte de ahí. Y tiendo mi mano y pongo mi corazón y mis ganas en ella para ayudarte a salir, para guiarte y para apoyarte, para evitar que caigas una vez tras otra y dejes de sufrir; para que te des cuenta de lo mucho, muchísimo que vales, de cómo te veo y valoro, y cómo el resto del mundo deberá valorarte como persona, como mujer y como todo lo que eres.
Sé consciente de quién eres, de lo que tienes y explota lo que vales. Porque es mucho. Y porque, por eso, eres mi amiga.
Mi amiga eres tú.

-Él.

lunes, 15 de septiembre de 2008

La chica de los perros, parte 4 y final (dedicado)

Entonces la besé. Y sentí algo tan intenso, tan cálido, que sin quererlo abrí los ojos igual que los abre un niño, despierto de repente, abrumado por una sorpresa, por una sensación nueva que no sabe cómo ni dónde catalogar. Símplemente, me abrumó. Ella, aquella chica que prácticamente acababa de conocer, era capaz de besar de una forma tal que todos los besos de mi vida, aquellos que otras chicas me habían dado, desaparecieron por completo de mi mente. Pero lo más impactante de aquello fue que ella, aunque sólo fue por un segundo, también se paró; se detuvo, como sintiéndose parte de la misma sensación, y después continuó con aquel suave presionar de sus labios contra los míos.
Yo había vuelto a cerrar los ojos para centrarme en las sensaciones que me embriagaban en ese momento, y casi me sobresalté al notar sus manos rodeando mi cintura. Ella tomó la iniciativa y yo, que quería cuidar aquello al detalle y no estropearlo soltando mis instintos más animales, dejé que hiciera.
Pasó las manos por mi espalda, arriba y abajo. Yo la abracé. Ella, al ver entonces su iniciativa correspondida, bajó las manos hasta donde la espalda pierde su nombre. En aquel sitio se entretuvo acariciándome, agarrándome, casi clavándome las uñas, para presionarme contra ella.
Aquella sensación me dio un poquito de reparo porque, como estaba "animado", me dejaba vendido ante lo que ella pudiera notar de mí.
Cuando el roce fue inevitable y ella percibió mi creciente calentón, sonrió sin separar los labios de los míos y sin abrir los ojos, como satisfecha, y comenzó a levantarme la camiseta. Yo levanté los brazos. Dejé que hiciera aquello porque, además de ser intensamente calenturiento, provocaría el desboque de mis instintos más sexuales.
Al quitarme la camiseta la lanzó al suelo; noté cómo uno de los perros -no sabía ni me importaba cual- se enzarzaba con ella, jugueteando.
Bajé mis manos recorriendo su perfil por ambos lados. Aquella cara tan dulce, tan suave, era una delicia. Llegué a la cintura y con una mano la rodeé, con fuerza, atrayéndola contra mi -ahora desnudo- torso. Ella se dejó hacer esta vez y eso me gustó. Así que decidí continuar besándola de nuevo, acariciándola con una mano la nuca mientras jugueteaba con la goma de su coleta para soltarle el pelo; con la otra mano me las apañé como pude para empezar a levantar su camiseta. Y ella, que vio que era un tanto complicado para un chico demasiado acelerado y un poquito patoso como yo, me susurró al oído:
- Es... Espera. Ya lo hago yo.
Se la notaba muy acelerada, como entrando en un estado de deseo y ansiedad por abalanzarse sobre su presa que, por suerte, era yo.
A unos centímetros de mí se empezó a levantar la camiseta con ambas manos, cruzando los brazos por delante de su esbelto cuerpo y sacándose la camiseta; las vistas no podían ser mejores. Llevaba una ropa interior deportiva y no pude evitar mirarla y, por supuesto, desear quitársela. Ella mi miró, se miró allá donde yo observaba y se pegó a mí.
- ¿Quieres que me lo quite? -dijo sonriéndome, casi rozando mis labios y mirándome primero a la boca y después a los ojos.
- S... Sí, claro que sí.
Se pegó completamente a mí mientras notaba cómo iba quitando las tiras del sujetador hasta llegar al punto en que sólo la presión entre su pecho y el mío lo mantenían en su sitio. No podía soportar el no sentirla así, sin nada de por medio, así que levanté la mano y, sin dejar de sonreirla mordiéndome el labio, tiré poquito a poco del sujetador hasta que, rozando ambos torsos, se separó de nosotros. El gesto le gustó, puesto que estaban completamente turgentes y sus mejillas se habían tornado de un rojo suave -lo que hacía que fuera más adorable si cabe-.
Cuando quise reaccionar noté cómo pasaba su mano por mi pantalón, deslizando arriba y abajo lentamente por la parte delantera, mientras la otra mano desabrichaba hábilmente el primer botón de los vaqueros que llevaba puestos. Me estaba poniendo realmente caliente y ya no podía aguantar más aquello.
Acaricié su espalda con la simple excusa de llegar a su culito y empezar a bajar sus ajustaditas mallas y dejarla a mi merced. Entonces ella me sorprendió metiendo la mano entre el pantalón y mi ropa interior; se me escapó un pequeño gemido y abrí los ojos de nuevo. Pude ver cómo su cara, de ojos cerrados y mordiéndose el labio inferior -como cuando una niña pequeña disfruta de un rico y dulce helado que le acaba de comprar su padre y le pareciera el más rico del mundo-, disfrutando del momento. Ella tenía ganas, tantas como yo, de que nos tomáramos mutuamente.
Deslicé sus mallas hacia abajo y se las quité junto con la ropa interior. Ella entonces tiró de mis pantalones hasta eliminarlos de la ecuación que ambos formábamos e hizo lo mismo con los boxers que llevaba debajo. Tiró de mí hacia abajo y nos tumbamos sobre la hierba. A aquellas alturas ella podía notar perfectamente que estaba muy caliente -y yo también cómo ella estaba receptiva al acercarla entre sus piernas mientras nos tumbábamos.
Nos quedamos así durante unos segundos, mirándonos, y nos sonreimos. Aquello era bonito, realmente bonito, y no quería que acabara jamás. Deseaba tomarla en el parque y quedarnos así horas, días. Todo el tiempo que durara la eternidad.
Pero justo entonces se escucharon ladridos de perros a la entrada de nuestro peculiar fortín y, llamados por la naturaleza canina, nuestras mascotas respondieron con sendos ladridos. Oimos entonces cómo se acercaba gente, llamando a sus perros:
- ¡Roco, ven aquí! ¿Qué pasa? ¿Qué hay ahí?
Nos miramos, sorprendidos, y nuestras caras cambiaron por completo. Nos levantamos y empezamos a vestirnos a toda prisa mientras buscábamos cada prenda de ropa. Ella buscaba su camiseta y, al darme cuenta de que no la encontraba, dejé de vestirme y ayudé en la búsqueda. Pocos segundos después la localizamos colgada de una rama un poquito escondida. La alcancé, se la dí, y seguimos vistiéndonos.
En cuestión de unos segundos estábamos perfectamente vestidos, mientras notábamos cómo unas manos empezaban a separar los arbustos.
No pudimos evitarlo y nos miramos, más calmados ahora -una vez con toda la ropa colocada en su sitio- y me dijo, justo antes de que apareciera el dueño de uno de los perros por entre las ramas:
- ¿Esta noche me darás el resto del postre?
Le guiñé un ojo como confirmación y ambos miramos a la señora que empezaba a emerger de entre las ramas. Ella la saludó -debía conocerla del propio parque por coincidir con los perros durante los paseos diarios- y yo volví a mirarla. Con un poquito de suerte, además del postre podríamos compartir desayuno a la mañana siguiente.

Dedicado a Andrea.

-Él-

martes, 26 de agosto de 2008

Sacando fuerzas con el calor.

Llevo unos días sin escribir en el blog y dejando nuestra pequeña novela, a la que como habéis podido comprobar aludimos como "la historia", un poquito aparcada.
Mucho que hacer: el trabajo, la casa, aprender del día a día, esforzarse porque la soledad no cale más dentro de mí... Y lo siento, no quiero ponerme dramático. Por eso me centraré en lo que quería decir: daros las gracias.
Durante este verano hemos tenido nuevas incorporaciones; nuevas amigas lectoras que han aportado su pequeño granito de arena con sus comentarios, algunos públicos, algunos privados, otros en persona. Y queremos que sepáis que todos ellos, cada uno, y cada letra que leéis, que tecleáis o cada palabra que nos decís, son como una fresca brisa que nos da más ganas de escribir.
Por eso en los próximos días os haremos un regalito subiendo un pequeño boceto que Ella hizo cuando comenzamos con la historia, y que ha sido sin duda alguna el que más hondo ha calado en mi corazón. Es a la vez mi deseo y mi anhelo del día a día; es... Es el mejor momento que puedes compartir con una mujer a la que amas.
No quiero adelantar nada. Ella está retocándolo un poquito para que se vea mejor. Y ya, con él subido, hablaremos de él.
Gracias a todas las que estáis ahí, de todo corazón.

-Él-

Sé sensible, sé tú misma.

En estos días de frialdad, sexualidad exacerbada y físico por todas partes es difícil encontrar gente, mujeres u hombres, sensibles. Esa sensibilidad, si existe, no es fácil de mostrar; habitualmente los hombres intentamos ser más rudos, más secos, cubriéndonos con una capa, creando una encapsulación sentimental que muy poco tiene que ver con lo que albergamos o intentamos esforzarnos por guardar en nuestro interior.
La mujer es diferente... Ella tiene mucha más fuerza, más energía... Mayor decisión. Y su cápsula, la cubierta que protege sus sentimientos, también está ahí. Pero hay una pequeña diferencia entre ambos: la sensibilidad de la mujer ablanda la dureza de esa coraza, mostrando más fácilmente el interior tan hermoso que muchas de ellas, de vosotras, tenéis.
Cuando ocurre, como hace poco con una de las últimas incorporaciones al círculo de esa gente a quien realmente quieres, y a la que llamaré "mi amiga", te cala en el corazón.
Estábamos hablando sobre la mujer y el hombre, sobre sentimientos y sobre el qué y el cómo. Me fijé en que sus ojos se volvían más vidriosos poco a poco y empezaba a taparse la cara, acercando las manos a los ojos para enjugarse las lágrimas que empezaban a brotar de ellos. Son esos momentos, cuando ves cómo el interior de una mujer se despliega delante de tí, cuando mejor te sientes, porque cuando esas lágrimas son sinceras, son de cariño, de afecto o de amistad, de comprensión o sinceridad, de impresión o sencillamente de empatía, sabes que has ganado, como mínimo, a una buena amiga. Una amiga que te escuchará y te brindará el segundo mejor tesoro que una mujer puede darte: su sincera amistad.
Por eso desde aquí, en mi pequeño y solitario ático, te doy las gracias, amiga mía.

-Él-

viernes, 8 de agosto de 2008

Ay, el veranito, el veranito...

El veranito... La época más "caliente" del año; las mujeres se exhiben, los hombres muestran su cuerpo... Todos estamos más, digamos, receptivos. Y de vacaciones, claro. Por eso, por estar de vacaciones, os escribimos un poquito menos. Pero, ¿cuál es el aspecto positivo de esto? Pues que estamos avanzando más en la novela, y que tenemos nuevos dibujos -sí, alguno caerá por aquí- que incluiremos. Por cierto, alguno bastante "caliente", como está siendo este veranito.

Pasadlo bien. Nosotros, como siempre, os reservamos un rinconcito aquí.

-Él-

lunes, 21 de julio de 2008

La chica de los perros, parte 3 (dedicado)

[...]
Avanzábamos entre los árboles, cogidos de la mano, a la sombra de enormes pinos y discretos arbustos en flor. Ella andaba con paso firme, rápido, ondeando su oscura y larga melena mientras yo, como un pícaro chaval, observaba con detalle cada curva de su cuerpo; así, de espaldas, tenía una pinta estupenda -y un culo de lo más pecaminoso, todo sea dicho-.
El lago quedaba ya bastante lejos y nos acercábamos a la rosaleda, cerca del paseo central. Poco a poco dejamos atrás la zona más transitada y entramos entre unos arbustos que marcaban el inicio de una pendiente bastante empinada; a media altura había un matorral de unos dos metros y medio, bastante ancho además, y muy frondoso. Delante de aquella espesura ella paró, haciendo detenerse a ambos canes; Tico, mi perro, parecía estar más a gusto siguiendo las órdenes de aquella fémina que las de su propio amo que, para mi desgracia, era yo.

- Aquí es -dijo, girando sobre sí misma y dedicándome una picaruela sonrisa de niña pequeña.
- Pero... ¡Aquí nos va a ver todo el mundo! -dije, un tanto alarmado.
- No. No nos va a ver nadie porque... ¡Tachan!

Mientras terminaba la frase separó dos grandes y flexibles ramas, dejando a la vista una perfecta entrada al recinto más escondido y acogedor que jamás hubiera podido imaginar en el parque; aquel arbusto estaba completamente hueco por dentro, dejando un manto verde que cubría todo el suelo, muy espeso y mullido, convirtiendo ese espacio en el escondite perfecto para dos personas como nosotros. Era ideal.

- Ven conmigo. Quiero mi postre, aquí... -se sonrojó levemente y entreabrió los labios-. Y... Lo quiero... -noté cómo sus pupilas se dilataron y cómo se acercaba a mí-. Lo quiero ahora.

Aquella frase me excitó tanto que se me escapó una pequeña mordidita al labio inferior, mientras me acercaba a ella. La rodeé con mis brazos por la cintura y noté cómo sus pechos se apretaban contra mí. El tacto era tan delicioso que noté cierta presión entre las piernas. Pero no, no era momento de caer ante mis instintos más animales. Ahora era el momento de besarla...

[continúa en la parte 4]

viernes, 11 de julio de 2008

Solo, en la noche...

Solo.
Solo en la noche te imagino, pero no te veo.
Solo en la noche te busco, pero no te encuentro.
Solo en la noche...
Solo en la noche te deseo, pero no te tengo.
Solo en la noche mi cuerpo busca fundirse con el tuyo, pero no puedo.
Solo en la noche acudo a mi mente para imaginarte pero no me basta, no es real; así no lo quiero.
Solo en la noche, sobre la cama, desnuda, te quiero, pero me contengo.
Porque solo estoy, en esta fría noche de invierno.
Solo sin tí, solamente... Solamente te quiero.

- Él -

martes, 8 de julio de 2008

Desde aquí veo...

Aquí, arriba, desde las ventanas del ático; desde donde la luz del sol se refleja directamente sobre mi piel; donde mi torso, desnudo, capta el fresco aire de la media noche; desde aquí veo a los hijos del verano. Cuerpos y más cuerpos, deseosos de mostrar, de insinuar o de, sencillamente, rozar el límite entre ambas cosas. Todos ellos recorren las calles, disfrutan del buen tiempo y obligan a deleitarse a los ojos del pobre humano que, en su ignorancia, mantiene la vista pegada al suelo o a lugares más carnales del cuerpo de una mujer.
Ah, las mujeres... Cuerpos bonitos, todos ellos, cada uno con un "algo" especial. Sean como sean, cada una de ellas tiene un detalle que la convierte en única. Pero eso pasa a ser un tema secundario, ya que las hormonas se encargan de filtrar la valiosa información y guiar la mirada hacia el pecho, el culo o lugares que poco lugar dan a nuestra querida imaginación.
Desde aquí veo bien el ritual del "ataque y defensa", de "acoso y derribo" a que son sometidas -algunas de ellas provocando la situación para ponerse a prueba, o poner a prueba sus propios atributos-. Lástima. Porque si en lugar de olvidarse en un océano de vanalidades que acaban en un "ya te llamaré" optaran por adentrarse en una paradisíaca playa de "no me pienso separar jamás de tí", descubrirían todo un mar de sensaciones cálidas, acogedoras, llenas de una dulzura tal que sería capaz de hacerles olvidar hasta el calor del veraniego sol.

-Él-

La chica de los perros, parte 2 (dedicado)

[...]
Anduvimos unos incómodos segundos medio en silencio, sólo roto éste por los ladridos de los perros y un eventual “¡Tico, ven aquí!” que demostró mis flaquezas como entrenador canino.
Ella, la chica cuyo can mostraba una disciplina exquisita, me preguntó:
- Oye, ¿vienes a menudo por aquí?.
- Eh… Sí, prácticamente todos los días –dije, un tanto nervioso-.
- Pues no te he visto más que un par de veces.
Al decir aquellas palabras pude notar una pequeña sonrisa en sus labios; estaba claro que ella se había fijado en mí, al igual que yo en ella. A decir verdad, durante las últimas semanas había cambiado mi paseo diario frecuentemente, con el objetivo de encontrarme con ella. Pero, independientemente de qué hubiera hecho hasta la fecha, el caso era que ambos nos habíamos llamado la atención mutuamente. Eso era lo único importante en aquel momento, y la euforia sentida me llevó a decir, casi inconscientemente:
- Da igual. Cambiaba mi recorrido para ver si te encontraba.
Ella paró en seco –y su peludo acompañante también, como si fueran unidas ambas por un hilo invisible-. Entonces bajó levemente la cabeza, como mirando al suelo, sonrió de nuevo e inició la marcha, esta vez más rápido.
- Me… Me gusta oir eso. Lo cierto es que también he estado buscándote por aquí, con la cabeza donde quizá no debía –esta vez la que mostraba cierta timidez era ella-.
- Eso es… Es estupendo, porque… Porque… Bueno, ya sabes, yo… Te encuentro muy atractiva y… -las palabras no me salían. Había una especie de cable que evitaba que salieran de mi boca-. Y bueno, me gustaría… Me encantaría invitarte a esa cena.
- Me parece bien –noté un considerable cambio en su voz, más decidida-. Pero tengo una pregunta, antes de nada.
Aquella última frase vino acompañada de un grado de incertidumbre y nerviosismo típico de un quinceañero al que acaban de jugársela sus amigos, concertándole una cita con una chica que sabe que probablemente le diga que “no”.
- Qué... ¿De qué se trata? -dije, un tanto desconfiado.
- Quiero empezar por el postre... Pero quiero empezarlo ahora. Aquí. Contigo.

[continúa en la parte 3]

jueves, 3 de julio de 2008

La chica de los perros, parte 1 (dedicado).

[...]
Solía pasear a Tico, mi border collie blanco y negro, por el parque de El Retiro.
Aquel medio día de Mayo hacía bastante calor, y por ello decidí ponerme una ropa un poquito más cómoda. Además, así podría correr un poco, con Tico a mi lado, como solíamos hacer cuando llegaba el buen tiempo. Así que, una vez vestido y dispuesto, ambos partimos hacia el parque.
Al llegar me dí cuenta de que había muy poca gente, algo poco habitual pese a lo soleado del día. Y esas condiciones eran ideales para disfrutar del precioso espectáculo que ofrecía mi peludo amigo cuando correteaba arriba y abajo, arrastrándose por la hierba mientras acechaba a algún desvalido pájaro, o cuando saltaba los setos que bordeaban los numerosos caminos del parque.
[...]
Llevaba ya un rato corriendo y decidí parar. Además, así Tico podría refrescarse un poco bebiendo agua en la fuente, mientras empapaba mi camiseta con agua. Entonces la volví a ver.
Detrás de unos arbustos, hablando con una señora de cuarenta y tantos, estaba ella: una chica preciosa, alta, de ojos verdosos, morena... Con unas curvas muy pronunciadas, una cintura estrechita... Vestía con prendas oscuras: una camiseta de tirantes negra ceñida y una especie de mallas, también negras, que le llegaban por la rodilla; unas deportivas y las gafas de sol, que llevaba sujetándole el pelo mientras hablaba con la mujer completaban el atuendo.
Sonreía. No gesticulaba demasiado. Sus gestos, suaves pero seguros, me inspiraban una persona que sentía cada momento, que vivía la vida, que necesitaba incluso sentir el aire acercarse, rozar su piel y volver a alejarse.
Quedé embobado durante unos segundos hasta que Tico ladró. Y ella se giró y me vió. Parecía haberse quedado mirando a Tico y luego a mí. Se volvió a girar, se despidió de su compañera de charla y comenzó a caminar hacia mí mientras se bajaba las gafas de sol. Entonces me percaté de que a su lado, escoltándola como si de un guardaespaldas perfectamente sincronizado se tratara, caminaba un rough collie -recordaba a Lassie, aquella perrita de series y películas-. Ambas andaban con paso firme, erguidas, decididas. Y cuando llegó a mí paró, se levantó las gafas, sujetando de nuevo el pelo y me dijo, regalándome una sonrisa:
- ¡Hola!
- Ho... Hola -respondí.
- Imagino que es tuyo, ¿verdad? ¿Cómo se llama? Es que es precioso...
- P... Pues sí, es mío. Se llama Tico y somos buenos amigos. ¿Y la tuya?
- Se llama Mila, pero no es mía. Soy educadora y aprovecho para pasear a mis peludos alumnos cuando los tengo más o menos entrenados, para que vayan cogiendo confianza con el entorno y no se fijen en nada más que en quien les lleva de paseo. Es algo un poco complicado y no te quiero aburrir...
- No, no te preocupes, no me aburre. Además, este gruñón a veces necesita un poquito de mano dura, porque no me hace demasiado caso. Así que si aprendo algo que pueda aplicar con él...
- Bueno pues, si quieres -sonrió, y me pareció leer en sus ojos un pequeño brillo de picardía-, yo te puedo echar una mano. Los border collie son bastante buenos para entrenar. Y el tuyo, concretamente -miró a Tico y le acarició detrás de las orejas; éste devolvió la carantoña frotando el lateral de la cabeza en su pierna, como pidiendo más. Me dió un poco de envidia-, puede hacer cosas muy impresionantes, bien entrenado.
- Ah, pues entonces me parece que tenemos mucho de qué hablar. Por cierto, ¿cómo te llamas?
- Soy Ana, ¿y tú?
- Yo Luis, encantado.
Tras los dos besos de rigor me fijé en Tico, que devolvió la mirada como diciendo "¿en qué te estás metiendo, bribón?".
- Ana, entonces... ¿Cuánto costaría que este pequeñajo me hiciera un poco de caso?
- Bueno, pues... Creo que con un paseito ahora, una cena más tarde y... Y bueno, que me sigas mirando con esos ojos que guardan un toquecito de timidez, me daría por pagada.
-Va... Vaya, entonces no hay nada más que hablar -con argumentos así, tan decididos, lo mejor era dejarse llevar; y más teniendo en cuenta que era ella la que estaba sugiriendo una cita, sin hacer falta mi patoso uso del vocabulario para conquistar a una mujer-. ¡Eres una buena negociadora!
- ¿Es que lo dudas?
Se bajó las gafas, giró sobre sus talones y comenzó a andar; yo seguía parado.
- Vamos, ¿es que no me vas a pagar? ¡Recuerda que me debes un paseo, y me gusta cobrar por adelantado!
- Eh... Esto... ¡Sí, sí, claro! ¡Vamos Tico, vamos a andar un poco! Em... ¿Tico? ¿Dónde estás?
Pero me dí la vuelta y ví que Tico, el muy mamón, ya estaba siguiéndole a ella. Creo que fue entonces cuando sonreí; bajé también mis gafas de sol y aceleré el paso para alcanzarla.

[continúa en la parte 2]

sábado, 28 de junio de 2008

La clave: vuestra confianza.

Ahora recuerdo los consejos de varios escritores "top", que aludían a la disciplina que requiere el escribir todos los días una historia, por pequeña que sea.
Es duro todos los días no ceder al cansancio, a los quehaceres -que hay que hacer obligatoriamente-, a atender a quienes quieres... Combinarlo todo es difícil, pero cuando tienes un claro objetivo y deseas, casi necesitas, cumplirlo, todo se hace más llevadero.
Son sobre todo los momentos en los que os acercáis, opináis, dejáis comentarios en el blog, los que nos dan fuerzas para continuar, para pensar en nuevas historias, para crear situaciones que nos gustan, donde el detalle y el disfrute, la comprensión y la complicidad son la clave. Como en toda relación que merezca la pena.
Poquito a poco, querida lectora y amiga, nos vamos acercando: tú a nosotros y nosotros a tí. Y eso, al final del día, me llena.
Siempre digo que es gracias a esas sencillas aportaciones por lo que seguimos "on the road", porque nos dan fuerza y nos hacen sonreir; cumplimos nuestro objetivo, que es comprenderos, y creamos un pequeño espacio para que os sintáis cómodas.
Pasad, aquí sois escuchadas y comprendidas.

-Él-

Sus ojos, siempre sus ojos.

[...]

Ella no era la típica chica guapa, pero sí mantenía ciertos rasgos en común con este tipo de mujeres: unas curvas de escándalo, unas manos bonitas, unas uñas muy cuidadas, mucho estilo al andar, incluso con aquellas sandalias de alza bastante elevada, un pelo que invita a enredar los dedos en él mientras la acaricias y una cara que era una auténtica delicia. En especial, sus ojos; aquellos dos luceros que mostraban a una mujer sincera, extrovertida, cariñosa, que sabía lidiar con los hombres... No, no era la típica chica guapa. Tenía mucho más; guardaba dentro de sus ojos un "algo" que la diferenciaba, y en mucho, del resto de mujeres que había conocido.
Observándola mientras se desenvolvía con los hombres, no era difícil ver cómo la inmensa mayoría la miraba antes a los pechos -sí, preciosos- que a la cara. Y eso a ella le hacía pícaramente sonreir; era como si pensara "vale, este tío es sólo uno más". Aún así, jamás la ví mostrar un comportamiento que faltara al respeto a esos embravecidos tipos que la noche se antojaba enviarle constantemente. Ella era especial. Y quizá por eso el día que me acerqué, sin quitarle la mirada, sin parpadear, sin dejar de leer en sus ojos, ella se ruborizó, por primera vez, ante aquel sencillo chico que sólo deseaba una cosa en el mundo: poder conocerla, poquito a poco, y quiza, sólo quizá, algún día hacerle el amor. Entonces le sonreí y ella me devolvió un tímido esbozo de sonrisa; supe que ambos podíamos lograrlo, y que aquello sin duda alguna sería un buen comienzo.
[...]

-Él-

martes, 24 de junio de 2008

Mirando a sus... ¿Ojos?

[...]
Mucho calor, minifaldas, pantaloncitos cortos, escotes y gente hormonada a tope.
En este ambiente me muevo, de día y de noche, reconociendo formas, colores, pero no almas. En este ambiente observo, objetivo y al margen, los rituales -aún un tanto animalizados según qué caso- de los machos que buscan hembras y de las hembras que eligen machos.
En este ambiente, tan conocido y parte de uno mismo en épocas pretéritas, me muevo. Y me descubro cambiado, distinto. Ahora no hay sólo escotes, ni piernas, ni movimientos sensuales sobre plataformas de discotecas; ya sólo disfruto plenamente viendo ojos, intentando averiguar qué personalidad se esconde tras esa piel, o por qué a aquella chica su pareja parece no hacerla feliz. Ahora me descubro preguntándome más por el por qué y el cómo que por el qué. Ahora me gustaría conocerla, en vez de llevarla a la cama.
[...]

-Él-

sábado, 21 de junio de 2008

Me gustaría poder conocerte, poder escucharte.

Todos tenemos pensamientos recursivos; ideas que vuelven a aparecer pasado un tiempo y que nunca cambian en fondo, aunque lo puedan hacer en forma.
Me encantaría conocerte. Sí, a tí que lees estas líneas, que confías en la fuerza del entendimiento entre dos personas, que pones toda tu ilusión en seguir creyendo en esas cosas tan especiales que a veces pasan y te hacen sentir feliz.
Me gustaría conocerte, escucharte durante horas, leer qué pasa por tu mente, ayudarte en esos momentos en que te sientes sola... Me gustaría, me encantaría que supieras que siempre estaré ahí para tí.
¿Tienes idea de cuánto significaría pará mí poder mirarte a los ojos y leer lo que quieres decir, aunque tus labios no dejen escapar palabra por miedo, timidez o, sencillamente, pesimismo?
Déjame escucharte, querida lectora; que tus pensamientos se entremezclen con mi cariño y que te pueda ayudar. O simplemente disfrutemos de la compañía, de largas charlas multitemáticas sobre lo que tú quieras. Porque tú eliges.
Déjame, lectora y amiga potencial, conocerte.

-Él-

La noche confunde, pero no tanto.

Luces, flashes, música a volúmenes impensables para nuestros padres... La noche está llena de distracciones.
Las mujeres se visten de forma distinta, los chicos muestran un comportamiento quizá más agresivo sexualmente... Pero en realidad, nada cambia respecto al día.
La base de la mujer es exactamente la misma en todo momento; el camino hasta ella sigue siendo igual de complicado para prácticamente todos los mortales. Más, si cabe, en esos ambientes donde numerosas distracciones, un grupo de amigos y amigas de ácido -a veces corrosivo- humor y muchas ganas de "jugar" se encargan de crear la bruma que crea las ilusiones de más de un incauto.
Aún recuerdo mis días como pipiolín, cuando el cruce de miradas con una chica guapa me sonrojaba y hacía bajar la vista -sí, tenía gran conocimiento de todos los tipos posibles de suelos de discotecas de la zona-. Esos días que entonces requerían de un complejo ritual con los amigotes antes de salir "de caza" ahora se me antojan como algo simpático, ahora cuando miro hacia atrás. Y es que era muy difícil lograr un acercamiento medianamente decente -y no digamos ya con algo de estilo no patoso- a la chica de turno. Entonces teníamos los cruces de miradas -sí, yo siempre perdía en este tipo de enfrentamientos-, los acuerdos sobre quién debía acercarse al grupito de chicas de turno, qué preguntas -a cada cual más típica y con peor resultado- hacerles... Divertido es ahora, desde luego, que no antes en plena adolescencia.
Ahora que uno se empeña en conocer a la mujer queda lejos toda esa palabrería, esas apuestas con los amigos y todos los patosillos desenlaces que estos rituales acarreaban.
Hoy ha quedado una y mil veces patente que un hombre puede ganar el corazón de una mujer de formas tan sencillas -aunque tan profundas- que más de un autoconsiderado "ligón" pondría el grito en el cielo.
¿Alguna vez has probado a sonreir y poner una cara simpática a esa chica que lleva un rato mirándote? ¿Has intentado acercarte y escuchar más que hablar? ¿Probaste a hacerle reir? Quizá acabes conociéndola y ella misma te dé alguna valiosa pista sobre cómo ganarte su corazón. Prueba; gánatela tu también usando el corazón, símplemente dejando salir eso que llevas dentro y tanto vale. Y no caigas en tópicos ni técnicas absurdas; aquí, lo único que vale, es lo que estás dispuesto a hacer por ella. No te dejes distraer; no dejes que la noche pueda contigo porque, desde luego, la noche no confunde tanto como parece.

-Él-

A las tantas de la madrugada.

A las tantas de la madrugada me siento sólo.
Aquí estoy, sentado, recién llegado de la cómo no típica fiesta previa al verano estudiantil. Mis ojos casi empiezan a cerrarse y yo pienso sólo en ella. Pienso en lo que mis manos anhelan, ansían, desean y necesitan: el tacto de ese cuerpo femenino que me transforma en un ser mejor y más feliz.
Son mis manos las que recorren su espalda cada noche cuando compartimos cama; son mis ojos los que, renunciando al más que recomendable sueño reparador, deciden embriagarse con la maravillosa vista de ella durmiendo sobre mi pecho, tranquila; son mis sentidos los que están centrados en ella, sus pálpitos, sus movimientos buscando un pequeño hueco donde seguir durmiento, aún entre sueño y sueño y sin llegar a despertar completamente. Y así pasan las horas cada noche que compartimos, ella durmiendo y despertando fresca y yo deleitándome con su sóla presencia sobre mi pecho. Cosa que, obviamente, tiene sus consecuencias a la hora de despegar lós párpados al día siguiente, de mañana.
Pero, ¿para qué dormir si con semejante regalo ya uno vive el mejor de los sueños? Y es que no hay nada, absolutamente nada, como tener abrazada a una mujer; una de esas mujeres con mayúsculas que te hacen sentir especial como hombre, y que descansan plácidamente contigo. Quizá sólo el despertar, cuando ella te dedica su primera sonrisa del día nada más abrir los ojos, pueda compararse con esa sensación que tú atesoras a esas horas, a las tantas de la madrugada.

-Él-

jueves, 19 de junio de 2008

La parejita "después de".



Míralos... Se ve que se aman.

En esta ilustración que nos manda Ana, una lectora del blog y buena amiga, se ve eso que muchas veces echamos de menos tras una sesión romántica. Y es que la sensación de compartir algo especial llega a su máximo exponente cuando ambas partes de la pareja son capaces de sentirse así, completamente desnudos -el simbolismo y la relación con la desnudez del alma es total en estos momentos-, tal como son, sin tapujos, sin máscaras, sin nada; de forma sana, entregándose en cuerpo y alma al otro, con total naturalidad... Me encanta.
Tanto "Ella" como yo somos muy juguetones, así que aprovechando la idea de Ana con su ilustración os queremos proponer un juego: por cada dibujo, comentario, sugerencia o idea que compartáis con nosotros, improvisaremos una pequeña historia con esa temática. Ánimo, no temáis; este rinconcito es vuestro y aquí podéis compartir vuestro interior; este es un íntimo lugar donde nuestras fantasías y sueños pueden cobrar forma y ser algo real, porque todos tenemos algo dentro, algo bonito, que queremos compartir con ese alguien tan especial.
[...]

Es una sensación increíble esa que sentimos cuando estamos acostados, con nuestra pareja, abrazados, mirándonos, riéndonos o, simplemente, disfrutando de quien amas; porque está a tu lado, porque sois un mismo ser, porque tenéis -y sentís- esa maravillosa complicidad pero, sobre todo, porque os entendéis. No, no hacen falta palabras para entenderse cuando dos almas, como las que nos muestra aquí Ana, se aman al ciento uno por cien. Incluso con ese simpático toquecito de humor que hace si cabe más especial la situación.


Estos momentos no tienen precio; son lo más maravilloso a la hora de compartir, de sentir complicidad y saber que estás totalmente unido a una persona que te quiere.


-Él-

martes, 10 de junio de 2008

En un rinconcito.

[...]
Y allí estábamos ella y yo; solitos, en penumbra, escondidos en el cuarto de mantenimiento; un trastero cutre y medio sucio, plagado de objetos de todo tipo. Fue en ese momento cuando me percaté de que, pese a que ya debería haberse relajado por la tensión inicial al escondernos en el cuartito, ella seguía jadeando. La excitación que ambos sentíamos, mezclada con un más que palpable toque morboso, hacía del momento algo único; algo que provocaba unos pálpitos muy, muy fuertes, como si nuestros corazones quisieran salir y unirse.
Ella me miraba, medio sonriendo, a una distancia prudencial; yo, sin embargo, no sabía qué hacer. Ella esperaba a que actuara pero, dada mi escasa experiencia en las cosas de mujeres, no podía imaginar qué esperaría de mí. Así que símplemente me acerqué y besé sus labios -bastante torpemente, por cierto, pero que la situación se encargó de transformarlo en un gesto simpático y patosillo-. Ella lo interpretó como el pistoletazo de salida de una carrera que iba a liderar -gracias a Dios, porque aunque excitadísimo, estaba muy verde en esto-.
Rápidamente puso sus manos al lugar donde días más tarde confesó que era objetivo de sus miradas: mi culo. el tacto de unas manos pequeñas, finas, de mujer sobre él me encantó, sobre todo porque me apretó contra su cuerpo con fuerza. Correspondí el gesto haciendo lo mismo y me incliné para besarle el cuello; esto debió gustarle, pues inclinó la cabeza hacia un lado mostrando el objetivo de mis labios, como diciendo "toma, come".
Poquito a poco fui descendiendo, como guiado por un instinto que afloraba poco a poco desde mi interior, quizá impulsado por el animal que todo hombre lleva dentro, y que recuerda las épocas de apareamiento de tiempos pretéritos donde todo era más fácil. Ella, como fémina dulce y delicada que era, corregía cariñosamente aquellos gestos excesivamente bruscos, enseñándome cómo tocar a una mujer.
[...]

-Él-

domingo, 8 de junio de 2008

Movimiento por aquí.

Por aquí seguimos después de unos ajetreados, muy ajetreatos días.
"Ella" y yo hemos hablado mucho, hemos revisado borradores, corregido cosas... Y sobre todo hemos dimensionado el trabajo, sobre todo para que sea lo mejor posible -ya sabes que lo hacemos para tí, y tú lo mereces-.
Durante unos días "Ella" estará tomando unos merecidos días de relax -a veces resulta asombrosa la presión bajo la cual son capaces de trabajar los artistas- durante los cuales aprovecharé para dar forma a algunas ideas que revisaremos a su vuelta. Ideas nuevas, diferentes, variadas, sobre las próximas historias a las que daremos forma para tí.
A lo largo de los próximos días me gustaría contarte más sobre esta primera historia, que tiene lugar en una oficina; allí los protagonistas se conocen y "conectan" -ya sabemos a qué nos referimos: a esa sensación tan especial que tienes cuando miras a los ojos a alguien por primera vez y sabes que hay un "algo" especial, distinto, que no captas en otras personas-. Y, bueno, tienen lugar una serie de hechos bastante... No, no es momento de hablar todavía; poquito a poco iremos desvelando más detalles.

Me despido agradeciéndote una vez más por haber leído estas líneas.

-Él-

martes, 27 de mayo de 2008

Hace... ¿Calor?

El tiempo poquito a poco se va poniendo cálido. Poco a poco da pie al acercamiento, al deleite con las curvas femeninas, a la imaginación... En estos momentos tan interesantes es cuando uno imagina cómo esos verdes parques llenos de cesped, árboles y rinconcitos tentadores resultan escondites perfectos para conocer el cuerpo del otro...

Esos momentos de "espera a que no pase nadie para escondernos", de respiraciones aceleradas y bocas entreabiertas cerca... muy cerca... De ojos mirándose fíjamente ese segundo, justo antes de cerrarlos para sentir al cien por cien el primer contacto entre los temblorosos labios...

El abrazo... El acercamiento... El levantamiento de la camiseta para acariciar la espalda con manos levemente frías, también temblorosas, que buscan todo el contacto posible.

Ese intenso minuto en el que se suceden desabroches de pantalones, levantamiento de camisetas y deleite de ropa interior adornados con suspiros y jadeos en creciente intensidad y velocidad...

Entonces ves el cuello, miras los ojos y te lanzas a besar muy, muy suavemente... Desde la orejita, que se te antoja como un rico aperitivo, bajando por el cuello despacio, muy despacio, rozando con los labios y la punta de la lengua al milímetro, poquito a poco, hasta casi el hombro. Así, ahí, deslizando en tirante del sujetador, fiel guardián de las curvas de una mujer... Lo dejas caer lentamente. Sólo de pensar en ese instante me estremezco. Pero no, no es el momento de entretenerse en pensamientos, porque ella aguarda, ansiosa, que continúe con mi labor.
Así que desabrochas, con mejor o peor fortuna, el cierre. Y tus manos caen... Caen con el sujetador, que retiras todo lo delicadamente posible para que ella, en un momento tan íntimo, se sienta arropada, protegida, tranquila. Entonces se lo quitas completamente; ella te mirará, porque necesita que la mires, que le digas con tus ojos "eres preciosa", que lo digas con el corazón y toda tu fuerza y sinceridad... Porque es lo que espera de tí, quiere gustarte. No la defraudes y hazla sentir especial. Ella confía en tí.
Los pensamientos se agolpan en la cabeza: "pégate a ella, une tu torso con el suyo, abrázala... Arrópala con tus brazos fuertemente, bésala... Entrelaza tus dedos con los suyos y congela el momento para que dure toda una eternidad. Saboréalo..."
Entonces separas el cuerpo del suyo, vuelves a buscar su mirada... Ella tiene las pupilas completamente dilatadas, está nerviosa pero deseosa...
Y justo en ese momento oyes unos pasos; alguien se aproxima a vuestro escondite. Tienes que coger la ropa, ponertela rápidamente y salir corriendo. Pero ya nada es igual; todo ha cambiado. Sólo tienes que ver que las manos de los dos, mientras huís pícaramente, están fuertemente cogidas. Y ya no se separarán más.

-Él-

¿Cómo hacer feliz a una mujer?

Muchos son los hombres que se preguntan cómo hacer feliz a una mujer... Muchas son las preguntas que atormentan a aquellos que, por alfa o por beta, no aciertan a dar en el clavo, en la clave, en la esencia que nutre su propia relación y mantiene unidas ambas partes.
Yo pregunto, a esos hombres que se encuentran perdidos... ¿Habláis con vuestras parejas? ¿Escucháis -que no oís- lo que tiene que deciros?
Quiérela, escúchala, ámala, siéntela, bésala... Hazla sentir especial todos y cada uno de los días que estés con ella. Dile que la quieres, que la amas si así es... Dile que es preciosa, porque para tí debe serlo... Dile lo mucho que te gusta estar con ella... Y no, no debe suponerte ningún esfuerzo, si realmente la amas. Sólo deja, olvida, acaba con todos esos tapujos, con todos los límites y deja que tu alma viaje entre vuestros corazones.

-Él-

Muchas ideas.

A veces es complicado no ceder a la tentación de probar nuevas experiencias o de cambiar lo viejo por lo nuevo.
En estos momentos donde pulimos detalles, completamos escenas y ponemos imagen al texto aparecen muchas ideas nuevas para continuar nuestras historias. Y es tremendamente difícil no ceder a la tentación. Hay algunas interesantes, otras "diferentes", unas más o menos poéticas... Hay de todo. Gracias a que llevo siempre un cacharro donde apuntar todas estas ideas no caen en el olvido y así nuestro siguiente proyecto, del cual os daremos un pequeño adelanto en las próximas semanas, va tomando forma.
La línea genera de cada historia -que habrá varias- va tomando forma; La temática general, también. Habrá sorpresas. Cuando vayamos cerrando detalles os los pondremos aquí. Y esperamos que os guste. Ya sabéis que va por vosotras.

-Él-

La historia continúa

Nuestro pequeño viaje se alarga...
Es duro definir con palabras una serie de sensaciones que resultan indescriptibles por lo maravillosas y poco físicas de su naturaleza.
Nuestra historia sigue, sí; va progresando... Pero es difícil.
Todos los días nos enfrentamos a decisiones delicadas: qué debe hacer él, cómo lo sentirá ella, qué escenas ilustrar... No es nada fácil.
Al tratarse de situaciones tan sumamente íntimas, tan profundas, mucho más allá de lo meramente corpóreo, resulta complicado.
Hemos tomado la decisión de enviaros partes del texto para que opinéis; sois vosotras por quienes hacemos todo esto, para que sintáis que sois especiales, que podéis encontrar el camino para ser plenamente felices y, sobre todo, para que no renunciéis a esas cosas que os hacen ser y sentir como verdaderas, auténticas mujeres.
Pronto necesitaremos vuestra ayuda... ¿Estaréis ahí?

-Él-

Muy cerca de tí.

Mira bien... Está muy cerca de tí.
Sólo tienes que despertar, permanecer atento y dejar que tu cuerpo sienta... Que capte el mensaje.
Mira bien... Ella está ahí, a tu lado; tan cerca que parece ridículo no percatarse; tan cerca que sus vibraciones te atraviesan.
Mira bien... ¿No te das cuenta? Despierta, despierta de una vez. Ella está ahí, para tí, esperándote.
Deja los temores, olvida lo demás... Ella está ahí muy, muy cerca de tí.

-Él-

Lo primero y lo último

Lo primero y lo último que yo quiero ver eres tú; son tus ojos, tu piel, tu sonrisa... Lo primero y lo último que yo quiero sentir es tu piel, tus manos, tus labios... Tu respiración, tus gestos, toda tú.
No me gustan los maquillajes, no disfruto de lo que "te tapa" o me confunde. Eres tú lo que yo quiero ver, con lo que me deleito antes de dormir, con lo que sueño durante toda la noche y lo primero que veo al despertar. Eso, eso es lo que me enloquece, lo que aviva mi llama interior y me une a un deseo supremo por no dejar de soñar cada día contigo.
Eres tú lo que me gusta ver... Lo primero y lo último de cada día. Lo que yo veo está muy detrás de una pintura; porque yo te veo a tí. Y eso, sin duda alguna, me vuelve loco.
Mira bien. Seguro que tú también tienes cerca algo maravilloso que mirar cada mañana.
Deléitate en sus detalles; disfruta de dulce olor... Tan dulce... Mírala -o mírale- y recuerda qué le hace tan especial.

-Él-

lunes, 26 de mayo de 2008

Lo que ella desea

Lo que ella desea es muy diferente a lo que todo el mundo puede pensar...pero tan difícil de encontrar...(al menos hasta ahora)
Sería tan sencillo desear un polvo en los baños de cualquier garito. Unas copas con cualquier compañero de trabajo, unas risas falsas y algunos jugueteos con un rizo...Y que luego no significara nada más que una insatisfacción tan molesta como la más que probable cistitis.
En realidad,lo que tant0 desea...ya lo tuvo una vez.
De esa noche recuerda dos cosas: lo mucho que le sorprendió lo que el simple roce de una mano le hizo sentir, y lo poco que le importaba el resto del mundo mientras duraban esas caricias clandestinas.

Ni siquiera hubo un beso. ¿Un simple beso?...Eso hubiera significado la condena.
Desea entregar sus labios mucho más que todo su cuerpo. Su cuerpo ya lo ha entregado tantas veces antes, que ya esta inmune, insensible y frío. Pero sus labios no.
Ya no recuerda el sabor de la pasión en sus labios.

-Ella-

viernes, 23 de mayo de 2008

¿La viste?

Es ella; el primer boceto. Ya te dije que tenía algo especial. ¿Te gusta? No puedes negar que reúne esa deliciosa mezcla de picardía, inocencia y feminidad que tanto acelera. Podría escribir páginas y páginas sobre cómo es, por qué me gusta, me encanta y me hace desear acercarme un poquito más. Tú, que lees este mensaje, guardas dentro la misma esencia. Descúbrela, y úsala sólo como tú sabes, sólo como una mujer puede usarla... Es... Delicioso.

-Él-

jueves, 22 de mayo de 2008

Historia de cómo es la protagonista

Cuando llegamos al punto en que debíamos dar forma, cara y cuerpo a los personajes de la historia varias ideas rondaron nuestras mentes. Cuando "Ella" empezó a dibujar las primeras líneas yo tenía bien claro lo que quería ver; porque necesitaba contemplar esa forma que aparecía una y otra vez en mi mente mientras escribía. Aquella chica, con sus gestos, sus movimientos, sus expresiones, lo que inspiraba, lo que parecía que pensaba... Todo estaba perfectamente calculado. Dónde, cómo vivía, cómo pensaba... La protagonista tenía que mantener esa esencia clave que desataba en mi mente el ardiente deseo de complacerla a toda costa y olvidarme del resto del mundo mientras estuviera con ella.
Pero decidí esperar. Quise conocer la visión que "Ella" tenía de la chica, sobre todo después de haberle enviado las primeras páginas de la historia para que me diera su opinión -le gustó-.
Ni que decir tiene que "Ella" es una artista; tiene la capacidad de calar en lo más hondo de los sentimientos de aquellos afortunados que tenemos la oportunidad de disfrutar observando sus ilustraciones. Esta vez, sin embargo, la prueba consistía en calar en mí, conectar con mis ideas. Y no pretendo pecar por tener un ego exagerado; a lo que me refiero es a que para mí era importante que ese dibujo expresara todo lo que rondaba por mi cabeza a la hora de escribir; que cuando me faltara la inspiración pudiera mirarlo y volver a encontrarla. No quería un calco de una idea, sino que la "esencia" fuera la misma. "Ella" es la artista, es la que imprime realismo y materializa una idea; y es increiblemente buena, más que de sobra para ser capaz dar forma a lo que mis humildes palabras buscaban.
Lo que le conté sobre la protagonista, cómo la veía, cómo pensaba, su forma de ser y, sobre todo el por qué me volvía loco calaron hondo en "Ella". Trajo un primer boceto de la chica, vestida tal y como describí, morena, pelo largo... Prácticamente todo era perfecto; incluso la postura como aparece al comienzo de la historia. Pero algo me faltaba. Necesitaba un pequeño retoque, difícil de explicar, que "transmitiese" al primer vistazo. Entonces llegó con el boceto que podrás ver en su continuación a este post.
Quedé sin habla.
Todo era perfecto: desde la carita dulce, con los coloretes y unas poquitas pecas, reforzando esa cara de dulce niña que guarda en su interior y que tanto apetece achuchar hasta el escandaloso cuerpo de marcadas curvas, indudablemente apetecible para todo ser mortal. Los ojos, muy abiertos, mezclan un tinte de timidez y deseo, conlas pupilas dilatadas, la boca entreabierta, pidiendo un dulce beso y dos fuertes brazos rodeando su estrechita y marcada cintura. La curvatura del cuerpo me encantaba, aunque eché de menos ver sus manos y culito. Me considero un hombre de detalles, me gusta mucho observar, deleitarme con cada milímetro del cuerpo de una mujer dulce, más si cabe cuando transmite -una expresión que uso mucho-. Pero entre todos esos detalles había uno en particular, uno que puede pasar desapercibido al principio, que resultó clave: su pelo. Ondulado, rubio, largo... Suave, como imaginaba... Un pelo en el que perder los dedos, acariciándolo, es un auténtico placer; sobre todo con esos dos ricitos que le caen por la cara y que me vuelven loco. Sí, me vuelven loco, completamente loco. Aquella guinda coronaba el perfecto pastel que era el boceto de la chica.
"Ella" lo consiguió; entró dentro de mi mente y supo extraer la esencia que buscaba, plasmada en ese personaje. No hay duda, "Ella" es la mejor. Doy gracias por conectar con ella así.

-Él-

Apartar la mirada

Divertida y patosilla adolescencia la nuestra, que nos pasamos la noche en la discoteca de turno buscando una chica que nos guste. Divertido es verlo desde el presente y hacia los tiempos pasados, donde tus ojos y los de ella coincidían en un mismo trayecto y no eras capaz de mantener su mirada; ellas son fuertes. Mantener la mirada en ese punto era muy, muy difícil: daba verguenza, reparo, "corte"...
Ahora sabes qué significaba, cuál era su juego. Ahora sabes lo que querían decir, hasta qué punto podían y querían llegar, ahora conoces su terreno, su juego, y puedes jugarlo con dos manos diferentes. Por un lado la mano de la perseverancia, manteniéndote en tus trece, sin quitarle los ojos de los suyos, superando la -dura en aquellos tiempos- prueba de no mirar un escote, de no ver un pedazo de apetitosa carne; o también puedes, sencillamente, mirarla. Deléitate con ella, no con su cuerpo; mira su alma, no sus ojos; lee sus labios, no sus palabras; embriágate con ella, no fantasees. Hazlo con todo tu ser, sin pretender nada más que conocerla como mujer, al ciento uno por cien. Entonces ella puede que retire su mirada.
¿Quieres jugar a un juego?

-Él-

Un punto de inflexión

Los chicos somos simples. Y en esa sencillez, en esa simplicidad reside la dificultad de la mujer para entendernos.
Realmente sólo nos separa una fina, finísima barrera que no es difícil de superar, aunque sí de ver.
Descubrir el juego, la complicidad, el encanto, el mensaje y el lenguaje corporal de una mujer, leer entre líneas sus palabras, comprender el significado... Todo tiene sentido cuando dejas de hacer caso sólo a tus hormonas y empiezas a escuchar. Porque sí, definitivamente, existe un punto de inflexión donde el hombre es capaz de entender perfectamente a la mujer. Anímate; sólo tienes que escuchar desde el interior, de conectar tu alma con la suya, de captar el ambiente, lo que os rodea, y de interpretarlo correctamente. Es mucho más simple de lo que crees. Y ella te estará eternamente agradecida, premiándote con el mejor de los regalos: ella; ella en todo su ser, en su esencia. Descubrirás la mujer que se esconde tras la mujer, la niña que se oculta tras la niña, la... No, no voy a continuar. Debes descubrirlo tú. Porque sólo así, viviendo cada instante por tí mismo, serás capaz de valorar todo lo que una mujer te puede ofrecer. Busca tu punto de inflexión. Merece la pena.

-Él-

En un segundo

Un segundo. Es todo lo que necesitas para entender a una mujer; porque en un sólo segundo ella te manda su mensaje, te envía su estado, receptividad y estado anímico. Esos cruces momentáneos de miradas en cualquier sitio te pueden hacer comprender todo un mundo de ideas, inquietudes y deseos que, si sabes interpretar, son como un regalo.
¿Sabes la cantidad de cosas que pierdes por no abrir los ojos?

-Él-

Sólo hace falta escuchar

¿Por qué? La mujer habla. La mujer habla constantemente; pero el hombre no escucha.
La mujer se expresa claramente, sinceramente, con una honestidad y claridad cristalinas, puras, y no tan complicadas de interpretar.
La mujer habla, transmite, da, aporta... Pero el hombre no, no escucha, se niega, no se molesta en oir, en escuchar, en comprender...
El lenguaje es diferente pero el mensaje es claro. Y no hace falta demasiado esfuerzo para comprender. Si supieran... Si supiéramos lo valioso de esa información lo tendríamos todo en nuestras manos.
El hombre no escucha, no lee, no mira, no siente casi nada. El hombre tiene un universo delante y no lo explota, no lo coge.
He podido leer; he podido escuchar; pero sobre todo he podido sentir. Sé lo que es, lo que da, lo que aporta, y no quiero, por nada del mundo querría, olvidarlo.
Ahora sé un poquito más, conozco el mensaje, la forma y el camino. Y es increíble.
La mujer aporta y todavía algunos, pocos, estamos escuchando. A tí.

-Él-

Sensaciones

Intense sensations... Sensaciones intensas. Aquello que nos hace estremecer, que nos convierte, que nos mueve, que nos guía y nos hace perder el sentido; todo un cúmulo de cosas que que nos rodean y a veces resulta complicado interpretar, pero más difícil transmitir. Las mujeres juegan en este terreno desde hace mucho más tiempo que los hombres y transmiten, sienten y dan mucho más de este modo, más sutil que el de nosotros los hombres.
Existen formas o métodos para captarlas, interpretarlas y devolverlas con la misma forma para crear intensas sensaciones que compensan todo lo imaginable, toda labor o esfuerzo.
Nosotros buscamos esas sensaciones, las transportamos directamente a tí, a tu interior, para que descubras que todo un universo más allá de la realidad que te ha tocado vivir donde tú, y sólo tú, eres la protagonista. Esto va por y para tí.

-Él-