sábado, 21 de junio de 2008

La noche confunde, pero no tanto.

Luces, flashes, música a volúmenes impensables para nuestros padres... La noche está llena de distracciones.
Las mujeres se visten de forma distinta, los chicos muestran un comportamiento quizá más agresivo sexualmente... Pero en realidad, nada cambia respecto al día.
La base de la mujer es exactamente la misma en todo momento; el camino hasta ella sigue siendo igual de complicado para prácticamente todos los mortales. Más, si cabe, en esos ambientes donde numerosas distracciones, un grupo de amigos y amigas de ácido -a veces corrosivo- humor y muchas ganas de "jugar" se encargan de crear la bruma que crea las ilusiones de más de un incauto.
Aún recuerdo mis días como pipiolín, cuando el cruce de miradas con una chica guapa me sonrojaba y hacía bajar la vista -sí, tenía gran conocimiento de todos los tipos posibles de suelos de discotecas de la zona-. Esos días que entonces requerían de un complejo ritual con los amigotes antes de salir "de caza" ahora se me antojan como algo simpático, ahora cuando miro hacia atrás. Y es que era muy difícil lograr un acercamiento medianamente decente -y no digamos ya con algo de estilo no patoso- a la chica de turno. Entonces teníamos los cruces de miradas -sí, yo siempre perdía en este tipo de enfrentamientos-, los acuerdos sobre quién debía acercarse al grupito de chicas de turno, qué preguntas -a cada cual más típica y con peor resultado- hacerles... Divertido es ahora, desde luego, que no antes en plena adolescencia.
Ahora que uno se empeña en conocer a la mujer queda lejos toda esa palabrería, esas apuestas con los amigos y todos los patosillos desenlaces que estos rituales acarreaban.
Hoy ha quedado una y mil veces patente que un hombre puede ganar el corazón de una mujer de formas tan sencillas -aunque tan profundas- que más de un autoconsiderado "ligón" pondría el grito en el cielo.
¿Alguna vez has probado a sonreir y poner una cara simpática a esa chica que lleva un rato mirándote? ¿Has intentado acercarte y escuchar más que hablar? ¿Probaste a hacerle reir? Quizá acabes conociéndola y ella misma te dé alguna valiosa pista sobre cómo ganarte su corazón. Prueba; gánatela tu también usando el corazón, símplemente dejando salir eso que llevas dentro y tanto vale. Y no caigas en tópicos ni técnicas absurdas; aquí, lo único que vale, es lo que estás dispuesto a hacer por ella. No te dejes distraer; no dejes que la noche pueda contigo porque, desde luego, la noche no confunde tanto como parece.

-Él-

1 comentario:

Andrea dijo...

¡Amen! ojala muchos hombre sleyeran estas palabras...se les abriria un mundo ante sus ojos! aunq quizas es mejor que cada uno lo descubra a su tiempo