martes, 21 de diciembre de 2010

Una noche de Julio

Ahora que hace frío y apetece quedarse en casa calentito, es el tiempo ideal para no separarse y compartir el calor de nuestros cuerpos.

Hoy os dejo un texto escrito por "Ella". Espero que os guste.

"VIII
Una noche de Julio


Esta noche el mundo se mueve, todo continúa. A diferencia de lo ocurrido en noches pasadas, hoy el sueño no llega. El calor agobia, la humedad del sudor agota y una suave melodía resuena entre mis pensamientos mientras trato en vano de vaciar la cabeza de recuerdos para dormir y cerrar el día.

Giro el cuerpo hacia un lado y me encuentro con la almohada. Ahora molesta al igual que quema cualquier pedazo de tela en una ciudad donde el sol marca su territorio con fuego. El viento no sopla, la brisa ni existe.

Media vuelta y veo las estrellas. La canción de mi cerebro continúa golpeando. Ni siquiera tengo sueño, querría aprovechar estas horas tranquilas y solitarias para encontrarme. Sin embargo, no estoy segura de querer volver a mirar si sólo descubro en el otro lado a la niña que tanto aborrezco, que sufre sin poner un remedio, que desea gritar que la protejan sin esforzarse en luchar con valentía y al fin y al cabo, que quiere tatuarse las palabras “soy diferente; tratadme con cuidado porque ya me hicieron sufrir”. Me niego a admitir que ella soy yo. Lo niego y a la vez admito que algo de eso sigue viviendo en mí, pero no me rendiré tan fácilmente porque conozco mi valía.

Media vuelta y vuelvo a huir de esa niñata, pero me choco con la almohada. Ahora es cuando suspiro con resignación y dejo entrar a la música a mayor volumen. Sonríe, tonta, y no niegues esta otra parte de tu alma. Extiendo los brazos con cuidado y rozando dulcemente con mis dedos la suave tela, la abrazo imaginando que eres tú. Me he hartado de negar lo imposible y susurro tu nombre acercando con precaución estos labios que tanto te gustan. Y pienso, y ahora que estás lejos te echo de menos más que nunca. Y dudo de nuestro futuro en compañía o en soledad, dudo de tu cambio de opinión, dudo de mi vida y lo único que querría hacer es dejar la mente en blanco y arrancarte el alma de un abrazo.

Media vuelta y aquí está la niña. Te echa de menos porque quiere dejarte entrar para que la protejas y la cuides. Como a su vez está un poquito loca, te teme y te aparta de su lado. Porque se siente pequeña e inútil comparada con tu experiencia y porque está deseando dártelo todo para que tú seas capaz de pisarlo, romperlo y quemarlo para hacerla sangrar por antiguas cicatrices. La niña a veces es caprichosa, así que llama a su fiel amigo el deseo y me hacen girar de nuevo para enfrentarme a un espejismo.

Con mis manos vuelvo a recordarte y a fantasear. De esta forma, aunque sigas lejos, tu vida esté alejándose aún más de mí y construyas junto a ella una nueva barricada, en mi mente aún me deseas y llega el día del encuentro tantas veces aplazado. Sin previo aviso, nos abandonamos en un abrazo que consumiría en llamas cualquier río y la pasión acelera unas respiraciones que nunca antes habíamos sentido retumbar en el alma. Nos intentamos arrancar labios y lenguas sin compasión, las manos nos hieren arañando, empujando y aferrándonos como si al soltarnos corriéramos el riesgo de que uno se desvaneciera de la vida del otro por toda la eternidad. Con este ritmo frenético todo sucede y da igual el tiempo y el mundo, porque al fin ocurre y nunca antes lo habríamos vivido así. Y da igual sudar, y es bella la violencia y el dolor. La pasión apaga la voz llorosa de la niña acomplejada, los cuerpos de ambos tiemblan por abandonarse y no volver a repetir una negativa. El silencio se apaga con nuestros susurros, jadeos, gritos y ardientes peticiones sacadas del lenguaje de un impulso animal. En unos instantes de desenfreno extinguimos incendios con la humedad de nuestras bocas hasta dejar rendido al oponente o buscamos el placer al agitar con furia hasta nuestras entrañas. Y aparece la contradicción del amor, el arrebato con la dulzura, la ferocidad con la adoración, crueldad con ternura.

Y cuando acaba, quiero abrazarte y acariciar todo tu cuerpo porque mi alma lo pide. Y la niña querría escucharte susurrar palabras dulces como otras veces te oye dedicarle, porque la derriten y estremecen por igual. Y quiero ver tus sonrisas y escuchar la melodía de tu alma que emite la frecuencia necesaria para hacer vibrar a la mía con la fuerza del viento y las mareas. Porque eres tú la música que hoy mueve mis pensamientos.

Desde donde estés, mira hacia arriba, mira a la Luna, susurra mi nombre y abraza con fuerza tu almohada.
"

Muchas gracias a "Ella".


- Él -