jueves, 2 de octubre de 2008

Esos ojos.

Esos ojos, la mirada... Lo que escondía aquella chica, aparentemente tapado por una máscara que no correspondía con su verdadero ser, aún estaba por descubrir.
En un momento, en un cruce de miradas quedé paralizado. De repente la música paró, las voces se apagaron y desapareció todo el mundo. En un segundo sentí la necesidad de entrar a través de aquellos ojos y leer, leer en su interior. Ella, aquella chica que conocía más bien poco, guardaba mucha tristeza y soledad.
¿Cómo es posible?, pensé. Pero la respuesta la imaginaba: conformismo, sumisión, monotonía, miedo a la soledad... Un conjunto de cosas que repiten un patron tan habitual en el corazón de una mujer, que ya casi te resulta familiar. Tristemente familiar.
Aquella chica guardaba muchas cosas buenas en su interior. ¿Sería consciente de las muchas cosas buenas que tenía? No era tan difícil hacerla sentir bien; no era complicado decírselo. Sólo sonreírla, acercarse y decirle "tienes algo, en tu interior, que debes explotar, ¿sabes? Sé como tú eres, siente lo que sientes y pide aquello que tu corazón necesitas. Y no te conformes con menos.

-Él-

No hay comentarios: