miércoles, 8 de octubre de 2008

La chica invisible (dedicado)

Ella era morena, de profundos ojos oscuros y una sonrisa que siempre, siempre, intentaba mantener pese a cualquier adversidad. Ella era alegre, muy alegre. Era feliz... O al menos quería serlo.

"No. No voy a contarlo todo. Soy demasiado tímida como para ir diciéndole a todo el mundo cómo soy."

Pese a que en el fondo tenía claro qué necesitaba, en muchas ocasiones se dejaba llevar por lo que todo el mundo opinaba. Cuando el potencial que tenía en su interior era suficiente para mover cualquier obstáculo y quitarlo de su camino, ella insistía en refugiarse dentro de sí misma.

"Él. Él me gusta. Es alto, rubio, de larga melena. Él me gusta, me mira de forma especial. Hace que símplemente con una sonrisa, con una mirada, con un gesto hacia mí, me sienta especial."

Ella buscaba siempre en los mismos lugares, en los mismos bares, para dejar sus esporádicos encuentros con él al margen de las manos del azar. Ella removía mares, movía montañas y tiraba de sus amigos para acabar siempre en el mismo sitio a la misma hora. Se colocaba siempre en la misma posición, mirando a la puerta de reojo y buscándole. Cada vez que la puerta se abría, ella instintivamente entreabría la boca, se ponía de puntillas y miraba.

"¿Será él? No, no es. Tampoco ahora. No puedo esperar más... ¡Necesito verle! Verle, aunque para él yo sea prácticamente invisible. Verle, aunque él no me vea. Pero necesito que... ¡Le necesito!. Sólo tenerle ahí cerca es para mí un mundo, y en él he decidido vivir, digan lo que digan los demás".

No, no se daba cuenta de que sus ilusiones hermosas, brillantes y cálidas estaban construídas sobre aire.

"Mírale, ha llegado. Ahí está, hablando con sus amigos. Me dijo aquella vez... Aquel gesto... No puede significar otra cosa más que... Sí, algo tiene que sentir. ¡Me lo dijo! Aunque luego alegara que no podía ser... No... No sé qué hacer. ¿Por qué él es así y no dice nada claro? No sé qué hacer, pero sí sé lo que quiero."

Él era el típico chico llamativo, con su melena rubia, su sonrisa y su peculiar forma de llamar la atención de ella. A él le gustaba ella, pero no como ella quería. A él le gustaba tenerla cerca, pero no del mismo modo que ella deseaba. Él quería tenerla "ahí", pendiente de él, alimentándose de su deseo, haciéndole sentir más y más grande, más importante y más deseado. Él vivía de esa ilusión que pone una mujer en un hombre; que coloca su corazón en la mano y se lo entrega a él. Y aunque él lo tirara al más sucio cubo de basura, a ella le parecería bien.

"Ojalá... Ojalá llegue ese día. El día en que me diga que me quiere, que me desea, que me necesita tanto como le necesito yo a él."

Él sólo quería jugar. Jugar con ella, con sus sentimientos, con su deseo. Quería jugar con su mirada y sentirse mejor. Necesitaba que le miraran, llamar la atención de ella... Y de todas las posibles chicas que, como ella, se fijaran en él y no pudieran verle sin máscara. Él quería jugar, y lo hacía, con toda ella. Él lo hacía, y despreciaba aquel valioso, valiosísimo regalo que ella llevaba tiempo ofreciéndole: su corazón.

Dedicado a Cristina (Andrea).

-Él-

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