martes, 26 de agosto de 2008

Sacando fuerzas con el calor.

Llevo unos días sin escribir en el blog y dejando nuestra pequeña novela, a la que como habéis podido comprobar aludimos como "la historia", un poquito aparcada.
Mucho que hacer: el trabajo, la casa, aprender del día a día, esforzarse porque la soledad no cale más dentro de mí... Y lo siento, no quiero ponerme dramático. Por eso me centraré en lo que quería decir: daros las gracias.
Durante este verano hemos tenido nuevas incorporaciones; nuevas amigas lectoras que han aportado su pequeño granito de arena con sus comentarios, algunos públicos, algunos privados, otros en persona. Y queremos que sepáis que todos ellos, cada uno, y cada letra que leéis, que tecleáis o cada palabra que nos decís, son como una fresca brisa que nos da más ganas de escribir.
Por eso en los próximos días os haremos un regalito subiendo un pequeño boceto que Ella hizo cuando comenzamos con la historia, y que ha sido sin duda alguna el que más hondo ha calado en mi corazón. Es a la vez mi deseo y mi anhelo del día a día; es... Es el mejor momento que puedes compartir con una mujer a la que amas.
No quiero adelantar nada. Ella está retocándolo un poquito para que se vea mejor. Y ya, con él subido, hablaremos de él.
Gracias a todas las que estáis ahí, de todo corazón.

-Él-

Sé sensible, sé tú misma.

En estos días de frialdad, sexualidad exacerbada y físico por todas partes es difícil encontrar gente, mujeres u hombres, sensibles. Esa sensibilidad, si existe, no es fácil de mostrar; habitualmente los hombres intentamos ser más rudos, más secos, cubriéndonos con una capa, creando una encapsulación sentimental que muy poco tiene que ver con lo que albergamos o intentamos esforzarnos por guardar en nuestro interior.
La mujer es diferente... Ella tiene mucha más fuerza, más energía... Mayor decisión. Y su cápsula, la cubierta que protege sus sentimientos, también está ahí. Pero hay una pequeña diferencia entre ambos: la sensibilidad de la mujer ablanda la dureza de esa coraza, mostrando más fácilmente el interior tan hermoso que muchas de ellas, de vosotras, tenéis.
Cuando ocurre, como hace poco con una de las últimas incorporaciones al círculo de esa gente a quien realmente quieres, y a la que llamaré "mi amiga", te cala en el corazón.
Estábamos hablando sobre la mujer y el hombre, sobre sentimientos y sobre el qué y el cómo. Me fijé en que sus ojos se volvían más vidriosos poco a poco y empezaba a taparse la cara, acercando las manos a los ojos para enjugarse las lágrimas que empezaban a brotar de ellos. Son esos momentos, cuando ves cómo el interior de una mujer se despliega delante de tí, cuando mejor te sientes, porque cuando esas lágrimas son sinceras, son de cariño, de afecto o de amistad, de comprensión o sinceridad, de impresión o sencillamente de empatía, sabes que has ganado, como mínimo, a una buena amiga. Una amiga que te escuchará y te brindará el segundo mejor tesoro que una mujer puede darte: su sincera amistad.
Por eso desde aquí, en mi pequeño y solitario ático, te doy las gracias, amiga mía.

-Él-

viernes, 8 de agosto de 2008

Ay, el veranito, el veranito...

El veranito... La época más "caliente" del año; las mujeres se exhiben, los hombres muestran su cuerpo... Todos estamos más, digamos, receptivos. Y de vacaciones, claro. Por eso, por estar de vacaciones, os escribimos un poquito menos. Pero, ¿cuál es el aspecto positivo de esto? Pues que estamos avanzando más en la novela, y que tenemos nuevos dibujos -sí, alguno caerá por aquí- que incluiremos. Por cierto, alguno bastante "caliente", como está siendo este veranito.

Pasadlo bien. Nosotros, como siempre, os reservamos un rinconcito aquí.

-Él-