martes, 8 de julio de 2008

Desde aquí veo...

Aquí, arriba, desde las ventanas del ático; desde donde la luz del sol se refleja directamente sobre mi piel; donde mi torso, desnudo, capta el fresco aire de la media noche; desde aquí veo a los hijos del verano. Cuerpos y más cuerpos, deseosos de mostrar, de insinuar o de, sencillamente, rozar el límite entre ambas cosas. Todos ellos recorren las calles, disfrutan del buen tiempo y obligan a deleitarse a los ojos del pobre humano que, en su ignorancia, mantiene la vista pegada al suelo o a lugares más carnales del cuerpo de una mujer.
Ah, las mujeres... Cuerpos bonitos, todos ellos, cada uno con un "algo" especial. Sean como sean, cada una de ellas tiene un detalle que la convierte en única. Pero eso pasa a ser un tema secundario, ya que las hormonas se encargan de filtrar la valiosa información y guiar la mirada hacia el pecho, el culo o lugares que poco lugar dan a nuestra querida imaginación.
Desde aquí veo bien el ritual del "ataque y defensa", de "acoso y derribo" a que son sometidas -algunas de ellas provocando la situación para ponerse a prueba, o poner a prueba sus propios atributos-. Lástima. Porque si en lugar de olvidarse en un océano de vanalidades que acaban en un "ya te llamaré" optaran por adentrarse en una paradisíaca playa de "no me pienso separar jamás de tí", descubrirían todo un mar de sensaciones cálidas, acogedoras, llenas de una dulzura tal que sería capaz de hacerles olvidar hasta el calor del veraniego sol.

-Él-

1 comentario:

Sandra dijo...

Madre mia, increible!!!!!; estoy flipada con la historia de los perros pero ésta me ha dejado sin palabras, si muchos tios pensaran igual no habria tantas lagrimas q derramar (uy, q profundo ha quedao eso...).

Q me alegro q me dieras esta direccion, estare puntualmente leyendo, peor te digo q no puedo decir nada malo ni opinar de nada, esta PERFECTO

MUAK