martes, 8 de julio de 2008

La chica de los perros, parte 2 (dedicado)

[...]
Anduvimos unos incómodos segundos medio en silencio, sólo roto éste por los ladridos de los perros y un eventual “¡Tico, ven aquí!” que demostró mis flaquezas como entrenador canino.
Ella, la chica cuyo can mostraba una disciplina exquisita, me preguntó:
- Oye, ¿vienes a menudo por aquí?.
- Eh… Sí, prácticamente todos los días –dije, un tanto nervioso-.
- Pues no te he visto más que un par de veces.
Al decir aquellas palabras pude notar una pequeña sonrisa en sus labios; estaba claro que ella se había fijado en mí, al igual que yo en ella. A decir verdad, durante las últimas semanas había cambiado mi paseo diario frecuentemente, con el objetivo de encontrarme con ella. Pero, independientemente de qué hubiera hecho hasta la fecha, el caso era que ambos nos habíamos llamado la atención mutuamente. Eso era lo único importante en aquel momento, y la euforia sentida me llevó a decir, casi inconscientemente:
- Da igual. Cambiaba mi recorrido para ver si te encontraba.
Ella paró en seco –y su peludo acompañante también, como si fueran unidas ambas por un hilo invisible-. Entonces bajó levemente la cabeza, como mirando al suelo, sonrió de nuevo e inició la marcha, esta vez más rápido.
- Me… Me gusta oir eso. Lo cierto es que también he estado buscándote por aquí, con la cabeza donde quizá no debía –esta vez la que mostraba cierta timidez era ella-.
- Eso es… Es estupendo, porque… Porque… Bueno, ya sabes, yo… Te encuentro muy atractiva y… -las palabras no me salían. Había una especie de cable que evitaba que salieran de mi boca-. Y bueno, me gustaría… Me encantaría invitarte a esa cena.
- Me parece bien –noté un considerable cambio en su voz, más decidida-. Pero tengo una pregunta, antes de nada.
Aquella última frase vino acompañada de un grado de incertidumbre y nerviosismo típico de un quinceañero al que acaban de jugársela sus amigos, concertándole una cita con una chica que sabe que probablemente le diga que “no”.
- Qué... ¿De qué se trata? -dije, un tanto desconfiado.
- Quiero empezar por el postre... Pero quiero empezarlo ahora. Aquí. Contigo.

[continúa en la parte 3]

2 comentarios:

Andrea dijo...

vaya,q puedo decir?...lo cierto es que estoy sin palabras...me encanta él, me encanta ella y me encantan los collies!! jajajaj...estoy deseando seguir leyendo!
Un besito

Unknown dijo...

Lo único que debes decir es lo que sientes; porque es lo único que la gente debe tener y sentir para valorarte como mereces.
Tu ayuda y dedicación son muy queridas, casi deseadas, cada vez que escribimos algo.
Espero que las demás lectoras tomen ejemplo y se sientan tan cómodas como tú, aquí.
De nuevo, gracias.

- Él -