No puede ser. No entiendo cómo el tiempo puede pasar tan despacio algunas veces, cómo mientras la espero parece que el reloj se pausa. Cada vez que quedamos y llego pronto, sufro los minutos siguientes hasta que la veo aparecer, descendiendo las escaleras, y sonriente como siempre. Porque siempre sonríe cuando me ve. Eso es lo que más me gusta: su sonrisa. Y al menos, cuando recuerdo sus labios al sonreir, el tiempo pasa un poquito más rápido. Ojalá llegue ya.
-Él-
lunes, 23 de agosto de 2010
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