Ella tenía algo... Mirarla era como ver a un ángel; un ángel que te transmitía una sensación indescriptible, un "algo" diferente al resto de mujeres. Ella tenía ese don, el de proporcionarte una cálida calma, una luz etérea, y de hacerte sonreir.
Tenerla cerca era maravilloso. Sentir su piel, escuchar su tranquila respiración, sus dulces susurros al oído, rozando la más absoluta y excitante intimidad... Formar parte de ella era el mayor deseo, lo máximo, lo mejor que podía pasar.
Muchas son las cosas bonitas que ella tenía, pero una de las más llamativas eran sus suaves y dorados rizos. Con ellos, el sensual movimiento de su cuerpo, especialmente cuando giraba la cabeza para sonreirte, se acentuaba mucho más. Era maravilloso verlo, pero sobre todo tocarlo. Porque cuando conseguías entrelazar los dedos en sus rizos, acariciarle la nuca dulcemente y mirarle a los ojos para decirle "te amo", sabías que no existía nada más en el mundo.
Dedicado a TD.
-Él-